Otro Santo Culto bendecido tuvo lugar ayer, 19 de octubre, en la sede nacional del Centro de Ayuda Cristiano, reuniendo a varios centenares de personas.
El de ayer fue un domingo especial, en el que, además de un mensaje sanador para el alma, se celebró la Santa Cena, un ritual que el Señor Jesús ordenó que siguiéramos practicando hasta Su venida. En ella, muchas personas encontraron perdón, restauraron su comunión con Dios y obtuvieron fuerzas espirituales para permanecer firmes en la fe.
También se compartió un impactante testimonio, el de Lucrecia. Una señora proveniente de Guinea-Bisáu que, debido a la guerra, tuvo que salir de su país. Ya en España, su agravada diabetes derivó en un cuadro de necrosis en uno de sus pies. Los médicos, al ver su estado, dijeron que tendrían que amputarle la pierna.
A pesar del dolor, ella usó la fe, con el apoyo del grupo de hospitales del Centro de Ayuda Cristiano, que acudían diariamente al hospital para ungirla con aceite consagrado y orar por ella. Los médicos no daban crédito a la increíble mejora que su pie estaba presentando y ya no fue necesario realizar la amputación. Las personas reunidas en Atocha pudieron ver el “antes”, proyectado en fotografías, y el “después”: un pie totalmente restaurado y sin la menor señal de necrosis.
¿Quieres ser la propia bendición? Haz esto.
El mensaje de este domingo tenía como objetivo abrir la mente de las personas respecto a la fe que realmente trae resultados. Para ello, el obispo Joaquim usó el mejor ejemplo, el de Abraham, el padre de la fe.
Abraham no hizo ningún milagro, sin embargo, fue la propia bendición, ¡el propio milagro! Lo tenía todo materialmente hablando, excepto un hijo. Él no era perfecto, venía de una familia idólatra y de un entorno espiritualmente tóxico, pero Dios vio en él un corazón sincero.
Sin embargo, para que Dios pudiera hacer una obra extraordinaria en él, le pidió que renunciara a todo, a sus costumbres, a sus dioses, a sus amistades…
Y el Señor dijo a Abram:
Vete de tu tierra,
de entre tus parientes
y de la casa de tu padre,
a la tierra que yo te mostraré.
Haré de ti una nación grande,
y te bendeciré,
y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendigan,
y al que te maldiga, maldeciré.
Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.(Génesis 12:1)
“Algunas personas no ven el poder de Dios en sus vidas porque se niegan a abrir mano de cosas que no les hacen bien, como amistades que no les conviene o costumbres que desagradan a Dios. Eso no significa que uno tenga que abandonar a la familia o su casa; lo que Dios no quiere es que esas cosas estén por encima de Él”, aclaró el obispo.
Antes de concluir, el obispo Joaquim insistió en que debemos obedecer la Palabra de Dios si queremos, más que recibir bendiciones materiales, ser la propia bendición. Pues solo quien se somete a la Palabra de Dios puede recibir el Espíritu Santo, la dádiva más importante, que nos transforma y nos convierte en Hijos de Dios.