Cuando llegó al Centro de Ayuda Cristiano, Francisco estaba viviendo el peor momento de su vida. Un grave problema lo había llevado a tocar fondo. Confundido, su mente no paraba de hacerse preguntas sin respuesta lógica. La Palabra de Dios le trajo calma y enderezó su camino, hasta el punto de restaurar también su vida sentimental.
“Mi vida antes de conocer a Dios era un desastre. Siempre fui un hombre tranquilo, pero de repente me vi desubicado, lleno de impotencia y rabia por un problema familiar que me afectaba de manera injusta. De la noche a la mañana me quedé solo y sin red de apoyo, en la calle y teniendo que comer en un comedor social”, recuerda.
Mentalmente se sentía hundido. No tenía con quién hablar, hasta que un día unos voluntarios del Centro de Ayuda Cristiano llegaron al comedor social donde comía habitualmente en Madrid. “Le conté a una voluntaria lo que me pasaba y ella me invitó al Centro de Ayuda Cristiano. Fui de buena gana y, la verdad, me gustó mucho el ambiente, así que seguí participando.”

La Palabra de Dios fue dándole paz y transformando sus pensamientos. “Realmente me hacía falta; empecé a sentirme más tranquilo y confiado a pesar de los desafíos que enfrentaba. Y no solo eso: Dios me presentó a la que hoy es mi esposa. Es mi gran apoyo, mi mejor amiga. Llevamos once años felizmente casados y no nos falta nada”, confiesa con alegría.
Francisco se siente tan agradecido que colabora fielmente en la obra social de la iglesia, dando a otros lo que él mismo recibió un día.
Francisco Ramos


