Hay una gran diferencia, como del día a la noche, entre ser bendecido y ser la propia bendición. La mayoría persigue bendiciones, pero se olvida del “Bendecidor”.
La promesa hecha a Abraham
“Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre,
y serás bendición.” Génesis 12:2
Según el obispo, esta bendición no se limitó al patriarca, sino que se extendió a todos los que viven por la misma fe. “Cuando Dios dijo a Abraham que en su descendencia serían benditas todas las familias de la tierra, Él estaba hablando conmigo y contigo. Esa promesa llegó hasta nosotros por medio del Señor Jesucristo”, explicó.
Por lo tanto, ser la propia bendición es llevar en el interior el Espíritu y la presencia de Dios, convirtiéndose en un vehículo permanente de transformación, y no alguien que solo busca favores divinos.
La condición de la bendición: la obediencia
El obispo resaltó que la bendición de Dios está siempre condicionada a la obediencia.
Usando el ejemplo de Jacob, hijo de Isaac, mostró cómo la desobediencia puede transformar las bendiciones en dolores. “Jacob recibió de su padre una orden clara: ‘No tomarás mujer de entre las hijas de Canaán’ (Génesis 28:1). Pero él desobedeció. Se casó con más de una mujer y con extranjeras, y eso trajo consecuencias.”
A pesar de haber heredado la bendición de Abraham, Jacob vivió una vida marcada por conflictos familiares y sufrimiento. En Génesis 47:9, él mismo reconoce: “Pocos y malos han sido los años de mi vida.”
El obispo reforzó que la desobediencia nunca viene sin un precio a pagar: “’La bendición del Señor es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella’ (Proverbios 10:22). Pero la persona puede traer dolores a su vida cuando mezcla desobediencia con bendición.”
Cuando la emoción habla más alto que la fe
Uno de los puntos centrales de la reunión fue la advertencia sobre seguir el corazón en vez de la Palabra de Dios.
“Jacob fue guiado por el corazón. Él quiso a Raquel, aun sabiendo que Dios tenía otro plan. ¿Cuántos no hacen lo mismo hoy? Saben lo que es correcto, pero insisten en lo que el corazón quiere.”
El obispo comparó esta actitud con la de David que, aun siendo un “hombre conforme al corazón de Dios”, cayó en pecado por ignorar la voz del Espíritu Santo: “Dios no impidió que David se equivocara. El Espíritu Santo orienta, pero no fuerza. Si la persona insiste en seguir el corazón, va a cosechar las consecuencias.”
El mismo principio para los días actuales
La orden dada a Jacob, de no unirse a quien no comparte la misma fe, se reafirma en el Nuevo Testamento, en 2 Corintios 6:14:
“No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?”
“Es una orientación espiritual que nada tiene que ver con la etnia, sino con la fe”, afirmó el obispo. “Aun dentro de la iglesia, muchos piensan que serán la excepción y que cambiarán al otro. Pero al desobedecer, traen el dolor a su vida.”
El camino para convertirse en la propia bendición
Al final del mensaje, el obispo resumió el secreto de una vida totalmente bendecida: “Puedes tener el Espíritu Santo y aun así sufrir, si continúas desobedeciendo. Dios quiere que seas la propia bendición, pero eso solo sucede cuando Su voluntad prevalece sobre la tuya.”
La verdadera bendición, enseñó el obispo, no es la ausencia de problemas, sino la presencia de dirección. “La bendición del Señor no trae dolores. Los dolores vienen cuando mezclas tu voluntad con lo que Dios mandó hacer.”
¿Qué hacer?
Si quieres saber más sobre cómo vivir esa transformación, participa en los encuentros que tienen lugar los miércoles en todas las iglesias del Centro de Ayuda Cristiano.


