¿Cuál es la motivación que le lleva a buscar a Jesús? ¿El alimento físico (las bendiciones) o el alimento espiritual (el Espíritu Santo)? El obispo Joaquim habló acerca de esto al pueblo que se congregó en Atocha el pasado domingo.
En la reunión también se oró por los enfermos y los oprimidos, se consagró el pan y el agua y se dio inicio al propósito de la familia delante del arca.
Cuando Jesús multiplicó los panes y los peces para dar de comer a una gran multitud, las personas se quedaron saciadas y maravilladas con Su poder. Tras este acontecimiento, la gente empezó a seguir a Jesús, pero Él, que conoce las intenciones del corazón, les dijo: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Juan 6:24).
Esto también sucede en los días actuales. “Hay gente que busca a Jesús y que viene a la iglesia solo para resolver sus problemas, es decir, por las bendiciones. Cuando resuelven sus problemas y consiguen lo que querían se van, como aquella multitud”, explicaba el obispo.
El problema de buscar a Jesús solo para resolver problemas externos, es que cuando vienen los problemas y las pérdidas, se desaniman, porque no se han fortalecido con el alimento que les fortalece para siempre: el Espíritu Santo.
El Señor Jesús les dijo a continuación:
«Trabajad, no por el alimento que perece sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a este es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello» Juan 6:27
El pan físico o las bendiciones, son importantes, pero no sacian. “Nosotros comemos y enseguida volvemos a tener hambre. De igual modo las bendiciones vienen y se van. Pero lo que permanece para siempre es la presencia de Dios”, aseveraba el obispo.
Al fin y al cabo, «¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?»
