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7º – La señal

­­Si he hallado gracia ante Tus ojos, muéstrame una señal de que eres Tú el que hablas conmigo.

Jueces 6:17

Pedirle una señal a Dios es una señal de duda. Es como un contrato firmado por dos partes, firmado por testigos y, además, certificado por los registradores — o sea, una señal de que las partes desconfían unas de las otras.

Ni siquiera la aparición del Ángel del Señor ni su conversación con Él convencieron a Gedeón de que aquella figura humana era el Enviado de Dios. Por otro lado, no

podemos condenarlo por esa debilidad — a fin de cuentas, no tenía la unción del Espíritu Santo y estaba bajo la extrema opresión de sus enemigos. Además, existía la idolatría que prevalecía dentro de su propia casa, pues su padre era seguidor de Baal y Asera. De cualquier forma, su pedido no fue considerado por Dios como un insulto, considerando la respuesta positiva que recibió.

Pero ¿bajo qué condiciones sucedió la señal?

Te ruego que no Te vayas de aquí hasta que yo vuelva a Ti, y traiga mi ofrenda y la ponga delante de Ti. Y Él respondió: Me quedaré hasta que vuelvas.

Jueces 6:18

¡Gedeón quería más, mucho más que palabras! Quería tener la más absoluta certeza de la autoridad divina en aquella Persona con quien estaba conversando, y una manera de confirmar eso era presentando su ofrenda. Si aquella Persona realmente hubiese venido de parte de Dios, su ofrenda serviría como combustible para el fuego de Dios.

El fuego es el resultado de la combustión, la creación simultánea de calor y luz. Es frecuentemente usado en la Biblia como un símbolo de la presencia de Dios, pues

Su presencia quema lo impuro e ilumina el camino de los puros. El fuego siempre fue usado como una señal de la presencia física de Dios delante de los hombres. En la alianza hecha con Abraham, Dios pasó entre las partes de los animales en forma de una antorcha encendida; el fuego descendió sobre Sodoma y Gomorra; Dios Se le apareció a Moisés en una zarza ardiente; el fuego consumió a Nadab y a Abiú; el fuego estaba presente en la consagración del templo; el fuego descendió del Cielo para consumir la ofrenda del profeta Elías…

Era un hecho que el Dios de Abraham Se manifestaba a través del fuego; por eso, Elías desafió a los profetas de Baal, proponiendo que el dios que enviara fuego del Cielo para quemar el sacrificio probaría ser el verdadero Dios.

El fuego era esencial en todas las ofrendas de sacrificio a causa de su importancia simbólica. En los tiempos cristianos, el fuego mantuvo su poder simbólico. En el testimonio de Juan el Bautista, el Señor Jesús bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego; el Señor hace de Sus ministros llamaradas de fuego; el fuego que no se apaga y el fuego que probará el trabajo de todos, etc.

Gedeón sabía que solamente el verdadero Dios Se manifestaría a través del fuego. Por eso Le suplicó al Ángel del Señor que no Se fuera hasta que él Le trajera su ofrenda.

A pesar de la situación económica de Israel en aquellos días, Gedeón preparó un cabrito y panes sin levadura. Este tipificaba el sacrificio del Señor Jesús: en el animal, la sangre; en los panes sin levadura, el cuerpo de Dios.

Cuando la Biblia menciona a los panes sin levadura, significa pureza en la ofrenda, pues el objetivo de la levadura es aumentar el volumen y la apariencia del pan. En la ley de las ofrendas, el uso de la levadura estaba prohibido. Dios exige pureza en las ofrendas — que sean libres de levadura, libres de hipocresía.

Gedeón volvió con sus ofrendas preparadas y las presentó al Señor. El cabrito había sido cocido y colocado en una cesta con los panes sin levadura, y el caldo estaba en un caldero, el cual Le presentó al Señor. Pero el Señor le ordenó que colocara la carne y el pan en una piedra y derramara el caldo sobre ella.

La piedra simbolizaba al Altar del Sacrificio, a la Piedra Angular, al Señor Jesús. Con la punta de Su cayado, el Ángel tocó la ofrenda y el fuego subió de la piedra, del Altar — no del Cielo — ¡y consumió la ofrenda!

En otras palabras, cuando Le presentamos una ofrenda de sacrificio a Dios en el Altar, el fuego se eleva como una señal que confirma la aceptación de Dios con relación a nuestra ofrenda. La ofrenda representa la vida entera de la persona. Por eso es llamada ofrenda de sacrificio, pues representa la vida de quien da la ofrenda. ¡El fuego de Dios sube al Altar y penetra lo más íntimo de la persona! Ese fuego, o señal de Dios, es la certeza absoluta, la fe sobrenatural, la convicción de que el Señor acepta la ofrenda y le confirma el cumplimiento de Su promesa a quien la presenta.

Si la ofrenda es impura, si contiene levadura, el fuego del Altar no la consume (pues Dios no acepta ofrendas impuras) y quien presenta la ofrenda desciende del Altar sin la señal de Dios. Eso significa que su ofrenda fue en vano.

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