‘Comando Actualidad’ aborda el problema de las bandas juveniles: vuelven a generar miedo en la calle, luchan por el territorio y reclutan a menores. El Ministerio de Interior vigila a 620 bandas en toda España. Solo en la Comunidad de Madrid, la Policía Nacional tiene fichados a 400 pandilleros en activo. La edad de los jóvenes que son captados baja a los 11 y 12 años. ¿Por qué se entra y cómo se sale de estos grupos violentos? ¿Es un problema sólo policial?
Más de la mitad de estas bandas operan en grandes ciudades. Las reyertas pueden producirse con pistolas y machetes a plena luz del día y en zonas transitadas. “Cuanto más jóvenes menos miedo tienen a lo que hacen, más inconscientes son”, afirma un agente de la Policía Nacional experto en bandas mientras patrulla de noche uno de barrios calientes Madrid. Son grupos extremadamente violentos que, según los agentes, ya han seducido a unos 400 chavales sólo en la capital, aunque hay estudios que dicen que hay 2.500 pandilleros en activo.
“Son grupos violentos juveniles, ya no bandas latinas porque la gran mayoría son españoles, han nacido en nuestro país. Estamos hablando no sólo de Latin Kings y Ñetas sino de Dominican don’t play (DDP) o Trinitarios, todas igual de violentas. Compiten por el territorio”, asegura Luis Balbín, jefe de la sección de bandas juveniles de información de Policía Nacional.
Salir de la banda
“Captan a los más débiles o a los que se sienten más desprotegidos”. Lo cuenta Carlos, un expandillero, en el centro de ayuda cristiano, la organización que le ayudó a él y que anima a otros jóvenes a salir de las bandas. “Un latin king me apuñaló en el cuello y por venganza les apuñalamos nosotros. La mayoría teníamos problemas en casa, familias divididas, padres ausentes… nos habían hecho bullying… Cuando atacamos siempre habíamos consumido marihuana, pepas (pastillas) para que nos suba la adrenalina…”, asegura Carlos mientras muestra a la cámara las cicatrices que la violencia ha dejado en su cuerpo.
Alberto Díaz, el pastor de esta iglesia evangélica, asegura al acabar uno de los cultos que celebra cada domingo que “es un problema de las grandes ciudades del mundo”. “Los más violentos son los que llegan a líder, independientemente de la edad”.
“Soy madre soltera y he trabajado muchas horas para sacarlos adelante, pero mis hijos se sentían abandonados. Los profesores me llamaban, no iban al colegio, luego se llevaban los cuchillos de casa y me sacaban dinero del banco…”, explica Carmen. Tiene dos hijos y los dos han estado en una banda. Su hijo mayor asegura: “Yo era el rey, dirigía a 34 chicos”.