Las redes se llenan de memes y bromas con el hastag #BlueMonday que sacan hierro y parodian esta teoría de la pseudociencia.
El tercer lunes de enero ha sido sentenciado como el día más triste del año, popularmente conocido como “Blue Monday”. Este término fue acuñado por primera vez por Cliff Arnall, un psicólogo británico que en 2005 aseguró haber encontrado la fórmula matemática para identificar el día más triste del año. Se trata de una ecuación que hasta hoy no parece tener ninguna base científica.
Según Arnall, el tercer lunes de enero es el día en que sentimos más tristeza por varios motivos: la presión asfixiante por las deudas de las fiestas navideñas, la llegada del frío o los propósitos de año nuevo que a estas alturas muchos ya han dado por incumplidos.
Varios científicos han alegado que las ecuaciones de Arnall “son estúpidas y sin sentido matemático”. El científico Ben Goldacre, tras revisar 30 estudios diferentes sobre el tema asegura no encontrar evidencias que permitan afirmar que los trastornos depresivos estén vinculados a esta época del año.
¿Cómo poner fin a la tristeza y a la depresión?
La tristeza es un sentimiento natural y humano. Existen eventos y situaciones que pueden provocarnos tristeza por un momento, pero si la tristeza se instala por un largo periodo de tiempo, nos encontramos ante un problema de origen espiritual.
En el interior del ser humano hay un vacío que tiene la forma exacta y el tamaño de Dios. Cuando alguien está vacío de la presencia de Dios, la tristeza cala hondo en su alma y no existe nada material que pueda llenar ese espacio. Es necesario que la persona deprimida busque la presencia del Espíritu Santo para vencer definitivamente problemas como la tristeza, el desánimo o la ansiedad.
Este domingo a las 10hs tendrás la oportunidad de llenarte del Espíritu Santo en una reunión práctica, espiritual e inteligente, en cualquier Centro de Ayuda Cristiano del país.
Como dijo el propio Señor Jesús: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38).
