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LO QUE EL ESPÍRITU SANTO HACE POR NOSOTROS

EL ESPÍRITU SANTO NOS DA LA CERTEZA DE

QUE SOMOS HIJOS DE DIOS

La mayoría de las personas que viven en este mundo no saben la razón de su existencia ni han descubierto todavía lo que deben hacer con su vida a fin de ser útiles a sus semejantes — y lo que es peor, no saben hacia dónde irán cuando partan de este mundo, por eso la muerte despierta tanto miedo y angustia en la humanidad.

Hay muchos creyentes y simpatizantes de iglesias que tienen las mismas dudas e inseguridades que los incrédulos, pero es algo normal, ¿sabes por qué? Porque todos los seres humanos, sin el Espíritu Santo, son iguales entre sí, independientemente de su religión, origen, edad o raza.

El miedo y las dudas predominaban en la vida de los propios discípulos del Señor Jesús. Pedro fue reprendido cuando perdió su fe y se hundió en medio del mar de Galilea. Por su parte, Tomás solo creyó en la resurrección del Señor Jesús cuando vio las marcas de los clavos en Sus manos. Este discípulo llegó, incluso, a ser llamado “incrédulo”. Pero, ¿cómo podía ser incrédulo después de haber convivido con el Señor Jesús durante tres años? La respuesta es que aún no tenía el Espíritu de la fe, del coraje y de la fortaleza, es decir, el Espíritu Santo.

Solo el Espíritu Santo puede darnos la plena certeza de fe con respecto a todo en esta vida, desde la salvación hasta las cosas más simples. Como está escrito, es el Espíritu Santo Quien da testimonio en nuestro interior de que somos hijos, por lo tanto, herederos de todas las cosas, con el Señor Jesús.

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él. Romanos 8:16-17

Cabe resaltar que la certeza de la salvación no puede venir de nadie a no ser del propio Espíritu Santo. Así, cualquier tentativa de construir una narrativa y una seguridad basada en convicciones o sentimientos humanos es inútil. A fin de cuentas, el Espíritu Santo Se comunica con nuestro espíritu, no con nuestro corazón, que está sujeto a las más variadas emociones del día a día.

La certeza de la salvación es una revelación del Espíritu de Dios, y nadie tiene el poder de robarla de Sus hijos.

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