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No tenga miedo de correr riesgos

miedo a correr riesgos

Una de las maneras más eficaces de garantizar que usted no va a salir de donde está es tener miedo arriesgarse. No es incorrecto querer un margen de seguridad, pero cuando eso significa esconderse en su zona de confort y evitar correr riesgos, es preocupante. Esperar a tener garantías tangibles de que algo saldrá bien puede hacerle perder tiempo y oportunidades valiosas.

El riesgo es, básicamente, la posibilidad de que ocurra algo malo. Siendo así, es entendible por qué un ser humano evitaría correr riesgos. ¿Quién, en su sano juicio, se abriría a la posibilidad de que algo salga mal? Sin embargo, la historia nos muestra que las mayores victorias se obtuvieron cuando se enfrentaron mayores riesgos, simplemente porque los héroes se concentraron en los resultados que querían alcanzar y no en los riesgos.

David era un muchacho muy joven , casi un niño, un pastor de ovejas, sin ningún entrenamiento militar. Él era el menor y sus hermanos eran soldados fuertes del ejército de Israel. Un día, su padre lo envió a llevarles comida y a ver cómo estaban sus hermanos, pues el ejército estaba acampado a la entrada de la ciudad, bajo riesgo de ser atacados por los enemigos. Una guerra estaba a punto de estallar y la familia no tenía noticias. Obedeciendo a su padre, él fue.

Cuando llegó, presenció una escena absurda: el ejército entero temblaba de miedo. Un guerrero gigante, mucho más grande que cualquier persona normal, fuerte y aparentemente invencible, gritaba barbaridades contra Israel. Ridiculizaba, provocaba y desafiaba a un combate. ¿Quién tendría el valor de encarar ese desafío contra un hombre tan grande y fuerte, como nadie jamás había vito? Los saldados de Israel estaban aterrorizados. El mismo rey de Israel estaba aterrorizado. La situación parecía no tener salida. El fin estaba cerca.

El pequeño David escuchó las barbaridades dichas por ese gigante, como todos los demás, pero en vez de que esa situación le causara miedo, como al resto, lo que despertó en su interior fue indignación. ¿Cómo ese gigante osaba afrentar al ejército del Dios viviente? En lugar de mirarse a sí mismo, verse pequeño y fijar su atención en la dificultar y en el peligro, David miró al tamaño de su Dios (mucho más grande que cualquier gigante) y prestó atención a lo que debía ser hecho. la única salida posible: ya que la guerra estaba declarada y era matar o morir, él sabía que debía matar al gigante. Y no esperó que alguien más se decidiera. No miró a los soldados esperando que alguien se le adelantara. No le pidió ayuda al rey. De hecho, fue el rey quien lo mandó a llamar cuando supo que estaba dispuesto a luchar contra el terrible enemigo.

La reacción del rey podría haberle causado más miedo todavía a David. Primero, le dijo al muchacho que no podría luchar contra el gigante, porque Goliat era un guerrero experimentado y David apenas un jovencito. Pero David no se intimidó. Respondió que ya había vencido a un león y a un oso y sabía que Dios lo ayudaría a vencer al gigante de la misma manera.

Seamos realistas, el ataque de un animal salvaje irracional no se puede comparar a una batalla contra un guerrero entrenado y bien armado. ¡El hecho de que hubiera matado a esos animales no lo habilitaba a luchar contra un soldado! Sin embargo, lo que lo hizo vencer fue su confianza en Dios, su fe, que le dio el valor para asumir el riesgo necesario. Él sabía lo que quería y sabía que Dios estaba con él. Entonces, no dejó que entrase en su mente ninguna idea semejante a un «no puedo».

El rey Saúl estuvo de acuerdo en dejar que el joven luchara, pero exigió que usara su armadura. Sin embargo, esa armadura estaba hecha para un soldado adulto, fuerte y entrenado. Al ponérsela, David no pudo caminar. La armadura mostraba su condición de joven y débil. Le recordaba su desventaja, lo que podría despertar miedo.

Sin pensarlo dos veces, se quitó la armadura. Su protección era su fe. Aprenda eso: la certeza protege, el miedo desampara. Lo que está dentro de usted es lo que garantiza su seguridad, no las condiciones externas. Permanecer en su zona de comodidad puede parecer tentador; después de todo, usted ya la conoce. Internarse en lo desconocido da miedo al principio, pero es la única manera de alcanzar los resultados que todavía no obtuvo. Después de todo, para lograr el éxito y permanecer en él es necesario hacer lo que usted nunca hizo.

Pero eso no significa cometer locuras y poner su negocio y su vida en la vía del tren. Existen dos tipos de riesgo: el emocional y el racional. Arriesgarse motivado por su corazón garantiza estrellarse en el futuro, tarde o temprano. Quien se deja guiar por su corazón no calcula, no planifica. Arriesga y espera por la suerte.

En cambio, arriesgarse motivado por la razón es garantía de éxito. Dos personas pueden hacer exactamente el mismo movimiento de riesgo en el juego de los negocios, pero el resultado va a depender directamente de la motivación interior que las llevó a tomar esa decisión. Lo que mantiene su fuerza y confianza para nadar contra la corriente y lograr lo que nadie más logró es su fe, la certeza racional del resultado que usted espera. Y eso ninguna emoción puede traerlo.

El secreto de arriesgarse motivado por la razón es andar siempre al límite máximo de su fe, de aquello que usted cree que debe hacer. Hay una frase, de la estadounidense Helen Keller, que explica muy bien eso: «¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?«. O sea, si tiene fe para volar, no se arrastre.

Para entender eso mejor, imagínese a un agricultor que desea cultivar un área de tierra más grande, pero aún no tiene los recursos necesarios. Si tuviera miedo de arriesgarse, pensaría: «no puedo realizar ese sueño ahora. ¡Es imposible! Entonces, mejor sigo plantando en este pequeño pedazo de tierra. Por lo menos puedo hacer eso». Y no intentaría nada.

¿Entendió? Él o piensa que es imposible. Aunque no parezca posible en este momento exacto, usted puede investigar, planificar y descubrir una manera de hacer viable su proyecto de expansión. Correr riesgos es, esencialmente, liberarse del miedo al fracaso. Es actuar, aunque tengo miedo, porque el miedo ya no lo controla más.

Eso es absolutamente necesario si quiere alcanzar el éxito. Porque, en este exacto momento, usted está en algún lugar lejos de su objetivo, ¿no? Entonces, tendrá que caminar hasta el lugar donde le gustaría estar. Para eso se necesitará una buena dosis de valentía y de riesgos calculados.

«Solo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos pueden descubrir lo lejos que pueden llegar» (T.s. Eliot).

Un buen ejemplo de esto es lo que declaró Sandra Peterson, CEO de Bayer CropScience:

«La mayoría de las mujeres que conozco que tuvieron éxito en los negocios estaban dispuestas a aceptar un desafío arriesgado sobre el cual otras personas podrían decir: `No estoy seguro de poder hacer eso´.

Si observa mi carrera, verá que desempeñé varios papeles de riesgo. Eran arriesgados para algunas personas, pero dentro de mí yo pensaba: `Está es una gran oportunidad y me permitirá aprender cosas nuevas y asumir un papel más importante en una organización más grande´.

Pero algunas personas pensarían algo como : `¿Estás loca? ¿Qué sabes sobre la diabetes, o qué sabes acerca de las lavadoras o la industria alimenticia o los automóviles o la agricultura industrial?´«

Lo que define el resultado es su manera de enfrentar los desafíos. Si tiene visión, ningún desafío será demasiado arriesgado para usted. La visión de Sandra Peterson hizo que ella enfrentarse naturalmente el riesgo con la fuerza de su fe. Ella tenía fe en sí misma, en su capacidad de aprender y no permitió que nada la limitase. Ahora, ¡imagínese lo que puede hacer si suma su fe en usted mismo a su fe en Dios!

¿Cómo enfrenta los desafíos?Ya vi a mucha gente quejarse de que su jefe le da más responsabilidades que a sus compañeros. «i jefe me pide que haga todo, ¡mis compañeros siempre tienen menos tareas!». Abra su visión. Si su jefe le da más responsabilidades que a los demás, es porque confía más en usted que en ellos. Nadie le da demasiadas responsabilidades a un empleado incompetente.

Entonces, use eso a su favor: aprenda lo máximo posible, sea el que se destaca, el que investiga, el que aporta novedades. En lugar de quejarse del trabajo, busque más trabajo para hacer. Si quiere, puede aprovechar ese momento para aprender cosas nuevas y prepararse para asumir un papel más importante en la empresa en la que trabaja, en una empresa más grande, ¡o en su propia empresa! Frente a un desafío, usted muestra cuál es su verdadero espíritu.

Aprenda una cosa: las mejores empresas hoy en día no ascienden a sus empleados de acuerdo con el tiempo de trabajo. Eso es cosa del pasado. Lo que vale hoy es la productividad. Si usted tiene visión, cree. Si no la tiene, se estanca. Y, fíjese qué buen noticia, ¡la visión es gratis! No necesita tener capital para adquirir visión, basta con esforzarse. Su cerebro es capaz de eso, si usted se lo permite. Vamos a hablar sobre eso más adelante, pero le aviso: ya sea que trabaje para alguna empresa o en un cargo público o sea el dueño de su propia empresa, no hay otra salida. Para tener éxito, debe perder el miedo de arriesgar y abrir su visión.

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