En el último Santo Culto realizado en Madrid, el obispo Joaquim Fernandes habló a todos sobre la importancia de buscar el nuevo nacimiento. Un nacimiento que nada tiene que ver con la asistencia a una iglesia o la pertenencia a una religión. Se trata de ser o no un verdadero hijo de Dios porque, solo los hijos de Dios permanecen hasta el fin en Su presencia.
Todos somos hijos de nuestro padre y de nuestra madre. Nuestro nacimiento ha seguido un proceso natural, de la unión entre un hombre y una mujer. Sin embargo, el nacimiento que nos caracteriza como hijos de Dios es espiritual y acontece cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros, como sucedió con María.
Cuando María se enteró, por medio del Ángel, de que iba a concebir a un hijo, se quedó perpleja, pues era virgen. Sin embargo, quien engendraría aquella semilla en su vientre sería el propio Espíritu Santo: «Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo Niño que nacerá será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1:35). “Nosotros tenemos que ser “María” y recibir el Espíritu Santo para que nazca una nueva persona”, enseñaba el obispo.
“Así nosotros, cuando recibimos el Espíritu Santo, nos convertimos en hijos de Dios. Él pasa a ser nuestro guía, como dice la Palabra de Dios «porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios» (Romanos 8:14). Quien es guiado por Dios no falla, enfrenta obstáculos, dificultades, pero vence, porque lo que está dentro de él es más fuerte que todos los problemas”, enseñaba el obispo.
Esta es la razón por la que muchas personas que venían a la iglesia y recibían muchas bendiciones, después de un tiempo se alejaron de la presencia de Dios. “Ahora se encuentran perdidas porque no tenían el Espíritu Santo para guiarles”, aseveraba el obispo.
Y para recibir el Espíritu Santo, el obispo explicó que debemos hacer como María, ponernos a la disposición de Dios:
«He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a Tu Palabra» (Lucas 1:38).
¿Usted se ha puesto a la disposición de Dios para recibir el Espíritu Santo?
