Hay personas que piensan que estar en la iglesia es garantía de una vida sin aflicciones, pero no es así. Lo que Dios nos da es Su Palabra para vencer los problemas y Su Espíritu Santo para darnos la seguridad de que venceremos todos y cada uno de ellos. “Infelizmente muchas personas están dentro de la iglesia, pero no aceptan la Palabra de Dios”, lamentaba el obispo.
Cuenta la Biblia que un centurión acudió a Jesús para pedirle que sanara a su criado, que yacía grave en cama. Aquel soldado romano, a pesar de provenir de una cultura religiosa contraria a la judía, conocía el valor de la Palabra de Dios y la autoridad que había en ella: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabray mi criadoquedará sano”. (Mateo 8:9)
El Señor Jesús se maravilló con la fe de aquel soldado, que nada tenía que ver con los judíos. “En verdad os digo que en Israelno he hallado en nadie una fe tan grande. Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes” (Mateo 8:10-12).
“Hay personas que solo vienen a la iglesia para cumplir con una obligación, pero no practican la Palabra de Dios. ¿De qué sirve tener la Biblia, pero no practicarla?” Indagaba el obispo para hacer pensar al pueblo.
“Usted no tiene que entregarse a una iglesia o institución. Si eso cambiara la vida de las personas, el mundo no estaría así. Se trata de entregar su vida a Dios sobre Su Palabra”, aseveraba el obispo.
“Y el criadofue sanado en esa misma hora” (Mateo 8:13). “Su vida también puede empezar a cambiar hoy”, aseguró el obispo antes de orar.
