El pasado domingo, en Madrid, pudimos escuchar de primera mano el testimonio de Juan, un joven de tan solo 18 años, residente en Lleida y drogodependiente desde los 12. En 2023, por estar bajo el efecto de las drogas, tuvo un grave accidente que lo dejó al borde de la muerte. A pesar de todo, salió adelante sin mayores secuelas.
Sin embargo, continuó consumiendo como si nada hubiera pasado, hasta que un ataque de epilepsia lo dejó en coma y prácticamente inmóvil. Cuando se enfrentó a esa realidad, comenzó a odiar su cuerpo, cayó en una profunda depresión y pensó en la muerte.
Ahora, después de cinco meses asistiendo a la iglesia, ha superado la depresión, ha abandonado el consumo de drogas y ha recuperado buena parte de la movilidad. Con su relato quiso dejar un mensaje de advertencia a los jóvenes, asegurando que está vivo por la misericordia de Dios, y recordando que las drogas pueden convertirse en un viaje sin retorno. Ahora se siente feliz, agradecido y decidido a no desperdiciar la nueva oportunidad que Dios le ha dado.
Día de todas las almas
El pasado domingo, 2 de noviembre, se celebró el Día de todas las almas en el Centro de Ayuda Cristiano, donde el obispo Joaquim habló sobre la parte más importante del ser humano: el alma.
El cuerpo envejece y algún día morirá. No hay como revertir eso. El alma, en cambio, no envejece ni muere. Es eterna, y solo tiene dos destinos posibles: el cielo o el infierno. No lo dice una religión ni una leyenda, sino la Palabra de Dios.
“Dios pagó un alto precio por nuestra alma, para que sea salva. Sin embargo, del otro lado, el diablo también quiere nuestra alma y hace de todo para robarla. Por eso, hay una guerra espiritual, que no vemos”, explicaba el obispo Joaquim en Atocha.
Somos nosotros los que decidimos a donde irá nuestra alma. El obispo enseñó que el alma es el corazón, y que, para que sea salva, debemos limpiarla de todo sentimiento negativo como el odio y el rencor.
“Hay personas que llevan años en la iglesia, pero siguen albergando rencor en su corazón. Son esclavas del odio, prisioneras del rencor. Y si no perdonamos a los demás, no podremos ser perdonados por Dios, ni ser salvos”, advirtió el obispo.
Antes de finalizar la reunión, todos fueron invitados a limpiar su corazón del rencor y a priorizar el cuidado del alma por encima de todo lo demás, con una oración sincera al Espíritu Santo.
“Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano,
ni dar a Dios rescate por él,
porque la redención de su alma es muy costosa,
y debe abandonar el intento para siempre,
para que viva eternamente,
para que no vea corrupción.”Salmos 49:7-9
								
								
															

