Me sacaron de la calle

Francisco Ramos

Francisco lleva sufriendo, prácticamente, toda su vida. Su padre bebía mucho y le agredía. Esta agresividad se acrecentó cuando murió su mujer. Así que con 6 años Francisco se escapó de casa por primera vez. “No tenía donde refugiarme. Si iba a casa de algún familiar me iban a llevar de nuevo con mi padre y me pegaría de nuevo. Así que estuve vagando por las calles”, recuerda.
Acabó en un centro de menores y fue tal su frustración que a los pocos días de entrar intentó suicidarse desde una ventana. No se sentía querido ni valorado. Con 18 años terminó su estancia forzosa en aquel lugar, pero nada fue sencillo.
Formó su propia familia, tuvo dos hijos y cuando la vida parecía que empezaba a sonreírle… su mujer le dejó tras diez años de relación. “Fui a casa como todas las tardes y me esperaba la Policía. Yo no entendía nada. Ella me había denunciado por malos tratos y me impedían volver a casa y estar con mis hijos”, relata emocionado.
Esto ocurrió hace siete años. Francisco se vio en la calle, sin nada de lo que había construido con tanto esfuerzo y de nuevo totalmente solo. Constantemente se repetía la misma pregunta: “¿por qué se ha inventado algo así?”
De nuevo su vida se destruyó. Se encontró con 52 años, sin casa, sin trabajo, sin dinero… y se vio obligado a dormir en cajeros o en la calle. ¡Una etapa muy dura! “Me convertí en un vagabundo. Tenía que ingeniármelas para comer, para asearme… dependía de la caridad”, afirma nuestro protagonista.
Cuando había tocado fondo y perdido toda esperanza posible, aparecieron unos voluntarios de Centro de Ayuda Cristiano. Estuvo hablando con ellos, le escucharon, le aconsejaron y notó un gran alivio.
“No tenía nada y me lo dieron todo. Empecé a ir a las reuniones y también me integré en el grupo de voluntarios para repartir alimentos a personas en situaciones similares a la mía”, nos cuenta. De esta manera, formando parte de la labor social que realiza el Centro de Ayuda Cristiano, conoció a la que hoy en día es su mujer.
Francisco nunca perdió la esperanza y consiguió salir de la calle. Hoy su vida es totalmente distinta: tiene trabajo, una familia y estabilidad.

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«HICE DE LA BANDA MI FAMILIA, PERO NO ME SENTÍA FELIZ»

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«Mi corazón está sanado, ¡y gratis!»

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