Dios honra a quien le honra, como está escrito. En este aspecto, Abraham es nuestro mayor ejemplo porque él honró a Dios a través de su obediencia, y, a cambio, Dios lo bendijo superando sus expectativas.
También tenemos ejemplos actuales, y es que Dios sigue honrando a aquellos que deciden escuchar Su voz y depositan sus vidas en el altar. Leandro y Fiorella experimentaron una gran transformación de vida a partir del momento en que decidieron priorizar a Dios. Ella, destruida interiormente, recibió el Espíritu Santo cuando se entregó por completo. Él, por su parte, obtuvo la liberación de las drogas cuando sacrificó su antigua vida. Ahora, los dos juntos, han podido levantar una empresa próspera desde cero, gracias a la fe puesta en práctica en el altar, siguiendo el ejemplo de Abraham.
Cuando Dios pidió a Abraham que le entregase su único hijo en el Altar, Abraham escuchó su voz y obedeció. Él sabía que si Dios se lo pedía era porque quería darle mucho más. “Y en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra, porque tú has obedecido mi voz” (Genesis 22:18).
“Dios quiere hacer cosas grandes, pero necesita encontrar personas que lo pongan en primer lugar”, aseguraba el obispo. “El secreto es obedecer la voz de Dios. Fe es obedecer la Palabra de Dios. Cuando le obedecemos, le estamos honrando, y Dios honra a quienes le honran”.
