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Su propio médico les aseguró que su problema era espiritual

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El físico Isaac Newton marcó un antes y un después en la historia de la ciencia. En 1687 publicó una obra en la que se recogían tres leyes del movimiento que, a día de hoy, siguen vigentes. ¿Has oído hablar de la ley de acción- reacción? Seguro que sí. Como Newton dijo “Toda acción recibe una reacción de igual magnitud”.

A colación de esta frase podemos hacernos eco de esta otra que recoge la Biblia: “[…] todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Es decir, lo que hacemos en la vida influye en los resultados. Si tienes una actitud de fe, crees en la Palabra de Dios, vences tus dudas y tus miedos; conseguirás todo lo que te propongas. Eso es lo que les ocurrió a Daniel y a Griselda.

Ambos tenían estudios universitarios. Ella era contable y él ingeniero. Habían imaginado muchas veces una vida próspera y feliz pero la realidad fue muy distinta. Daniel no encontraba trabajo y cayó en una profunda depresión. Griselda estaba cansada de trabajar todo el día y ni siquiera tener para pagar los gastos. “Las peleas eran constantes. Mis padres tenían que pagar el colegio de los niños y mis suegros el alquiler de la casa en la que vivíamos. Cada mañana me preguntaba lo mismo, ¿por qué me desperté?”, recuerda él.

“Era frustrante porque yo salía a trabajar, pero veía que él, por culpa de la depresión, se quedaba durmiendo en casa. Trabajaba mucho y el dinero no llegaba. Llegamos a depender de ayudas sociales para comer. Culpaba a mi marido y no quería verle. Llegó un momento en el que yo tampoco tenía fuerzas para trabajar, solo quería llorar. Pensé en la separación e, incluso, en suicidarme. No me importaba nada”, afirma Griselda.

Cuando ya no podían más, su médico de cabecera, con el que tenían una buena amistad; les dijo que tenían un problema espiritual. Al principio pensaron que aquel hombre estaba loco. Ante la insistencia decidieron hacerle caso y acudir al Centro de Ayuda. Al entrar, reconocen que se llevaron un fuerte impacto, porque iban cargados de prejuicios.

Aún así, comenzaron a participar en las reuniones de los domingos y a usar la fe inteligente. “Vino una Hoguera Santa y me planteé sacrificar lo poco que teníamos. Esos ahorros mínimos eran muy importantes para subsistir, pero pensé: si dejo todo esto en el altar, Dios tiene que hacer la obra porque si me quedo sin esto no tengo nada. El otro pensamiento que vino a mi cabeza fue: ¿Qué estas haciendo? ¡No tienes más dinero! Finalmente ganó la voz de la fe, sacrifiqué y esa campaña nos empezó a abrir las puertas de una manera impresionante”, relata Daniel.

Otro momento fundamental fue cuando ambos recibieron el Espíritu Santo. En ese momento aseguran que obtuvieron la fuerza que tanto necesitaban. “Empecé a ofrecer servicios de mantenimiento de edificios. Posteriormente la empresa fue creciendo y llegaron obras más grandes. Conseguí crear mi propia empresa de construcción y continué sacrificando. Actualmente estamos en toda Argentina, pero también en Uruguay, Estados Unidos, Paraguay, Chile y República Dominicana”, nos cuenta orgulloso.

“Nunca imaginamos que podíamos estar así de bien. Sin Dios nada habría sido posible. Él no falla nunca”, asevera Griselda.

Además de los logros profesionales consiguieron mejorar el ambiente familiar con sus hijos y reconciliarse en su matrimonio. Ambos se entregaron a Dios y ahora están cosechando buenos resultados en todos los ámbitos de su vida.

“Hoy les ha sucedido a Daniel y a su mujer, pero mañana te puede pasar a ti. Dios da la misma oportunidad a todos. Solo necesitas creer”, apostilló el obispo Paulo Roberto dirigiéndose a los presentes.

Finalmente, el obispo, mencionó dos versículos bíblicos relevantes. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Salmos 1:1-2). Es decir, es muy importante que medites en la palabra de Dios para fortalecer tu espíritu y tu fe. Pero, además, “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo […]” (Salmo 1:3) o lo que es lo mismo tienes que entender que los cambios no se producirán de la noche a la mañana.

Dios lo hizo en su día con Abraham y hoy lo habéis visto también en el testimonio de esta familia. Él nos demuestra que todo es posible para aquel que cree. ¿Vas a dejar pasar tu oportunidad?

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