NO DEJE QUE SU IRA SE VUELVA EN SU CONTRA
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis oportunidad al diablo.” (Efesios 4:26,27).
Es natural que nos enojemos una que otra vez. Eso no afecta nuestra vida con Dios, siempre que esa ira no se apodere de nosotros. Si nos llenamos de resentimiento, deseo de venganza y otras porquerías, damos libre acceso para que el mal actúe. Si su ira lo hizo pecar, arrepiéntase, perdone a quien necesita ser perdonado y vuelva a vigilar sus pensamientos.