Como vimos, la condición espiritual de Israel se había deteriorado. Por ese motivo, el estado económico y político de la nación colapsó, no habiendo más esperanza de vida en aquel país. Los hijos de Israel sembraron la rebelión, la prostitución y la idolatría — y cosecharon sus frutos.
Cuando se vieron extremadamente debilitados por la presencia masiva y destructiva de los madianitas, los hijos de Israel clamaron al Señor.
Clamar es diferente que hacer una oración. En una oración, las palabras suenan como una súplica o un gemido. El clamor es diferente porque se hace solo en situaciones de extrema desesperación. La persona necesita llegar al fondo del pozo, o al límite del dolor y de la aflicción, para entonces clamar.
Cuando los escritores sagrados registraron el clamor del pueblo de Israel, estaban refiriéndose a la expresión más profunda de angustia, dolor y desesperación, ya que nadie realmente clamaría desesperadamente mientras le quedara un hilo de esperanza.