Según las estadísticas, el 80% de los hombres consume pornografía, frente al 40% en el caso de las mujeres. La edad media del inicio del consumo va en descenso, situándose en los once años debido al fácil acceso a dispositivos con conexión a internet en la actualidad.
Aunque en la mayoría de los casos se trata de un mero entretenimiento, muchas veces acaba convirtiéndose en un hábito que genera dependencia y serias consecuencias a nivel mental, social y familiar.
Según un estudio realizado por la Universidad de Cambridge, la pornografía desencadena en el cerebro de las personas que sufren adicción sexual reacciones similares a las que causan las drogas en el cerebro de los adictos a esas sustancias. El consumo de pornografía produce una segregación excesiva de dopamina y, por tanto, una sobreestimulación en el sistema de recompensa del cerebro, lo que promueve un consumo muy frecuente. Nadie habla de él, pero el “mono” de quien desea ver imágenes pornográficas y no puede, puede ser tan fuerte como los más angustiosos síndromes de abstinencia.
Puede desencadenar problemas entre la pareja haciendo que el acto sexual “natural” no parezca placentero, además de afectar a la propia autoestima al no poseer las mismas “cualidades” de los actores.
Existen varios desencadenantes posibles de la adicción, como la ansiedad o el haber pasado por un bache doloroso, como una pérdida, por lo que el hábito frecuente de la pornografía se presenta como alivio para llenar el vacío emocional o como un refugio en situaciones tensas.
A continuación te mostramos una serie de frases que te ayudarán a averiguar si tienes una adicción a la pornografía, y así poder buscar la ayuda profesional y espiritual adecuada.
- “Normalmente prefiero ver pornografía antes que quedar con mi pareja y amigos.”
- “Mi mayor hobby es ver pornografía.”
- “No puedo pasar un día sin consumir pornografía.”
- “El material pornográfico que busco es cada vez más fuerte.”
- “Prefiero ver pornografía que tener intimidad con mi pareja.”