Atrás quedaron los traumas, el odio y la brujería

La infancia de Maximiliano estuvo marcada por el abuso, el maltrato y el odio. En un intento de ser felices y tener paz, la familia empezó a participar en rituales de brujería y magia, sin saber realmente dónde se estaban metiendo…

El niño lleno de traumas pronto se convirtió en un adolescente lleno de rabia y odio, al punto de desear la muerte de su propio padre. “Vi a mi padre intentar estrangular a mi madre y amenazarla con un cuchillo. Era tanto el odio que tenía en mi corazón que quería matarlo y lo llegué a intentar apuñalándole con un cuchillo por la espalda, pero me contuve”, recuerda.

Después de la separación de sus padres, su madre buscó ayuda en rituales de magia y brujería. “Mi madre vio en ello una oportunidad de que la familia fuera feliz y tuviera paz. Teníamos que pagar rituales, conseguir elementos, animales, velas… y nosotros cumplíamos a raja tabla con todo lo que nos pedían. Cuando a mi madre le dijeron que para recibir más poder tenía que entregar la sangre de sus dos hijos pensó: ‘¡están locos!’ Y salimos de allí”, relata Maximiliano.

Su madre, posteriormente, conoció el Centro de Ayuda Cristiano, donde encontró la tan anhelada paz, pero Maxi empezó a rebelarse contra su madre. “Empecé a tener el mismo comportamiento que mi padre. Además, tenía premoniciones que luego se cumplían, me despertaba con sangre y símbolos extraños en mi cuerpo. A veces iba sonámbulo al cementerio y veía sombras que hablaban conmigo”. En ese estado, Maximiliano, pensó que la única solución era la muerte y planeó diferentes maneras de suicidarse, aunque nunca lo ejecutó.

“Tras dos años resistiéndome llegué al Centro de Ayuda Cristiano. El primer día sentí paz, fuerza, algo diferente. Seguí asistiendo y perseverando en las cadenas de viernes y domingo y paulatinamente mi vida fue cambiando. Ahora soy muy feliz y estoy libre de las perturbaciones y el odio. Tengo el Espíritu Santo y estoy felizmente casado”, finaliza Maximiliano.

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«HICE DE LA BANDA MI FAMILIA, PERO NO ME SENTÍA FELIZ»

La decadencia de Abel empezó como la de cualquier otro joven pandillero que no encuentra en su propio hogar un referente ni un espacio donde ser amado. Fue este vacío el que le condujo a buscar fuera de casa la sensación de pertenencia a una familia, aunque fuera a costa de vender su propia alma. Ahora, fuera del mundo de la delincuencia y tras superar todos sus conflictos y carencias, es un joven feliz, con sueños y proyectos, que además disfruta de una familia reconstruida.

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«Mi corazón está sanado, ¡y gratis!»

Carol desde su niñez sufrió abusos y se sentía vacía. A lo largo de su vida, buscó la felicidad pero no lograba encontrarla, lo que la llevó a ser agresiva, sufrir ataques de ansiedad y hasta incluso realizar acciones extremas, como pagar 1000€ por un curso para «sanar su corazón», sin obtener resultados.

En el video podrás conocer la historia completa de Carol y como consiguió sanar su corazón ¡sin pagar nada!

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