Un estudio reciente demuestra que esta costumbre perjudica el desarrollo emocional de los niños.
Intentar calmar a los niños con la tablet o el teléfono es más perjudicial que dejarles expresar sus emociones y luego conversar con ellos acerca de estas. El estudio llevado a cabo por la Universidad estadounidense Brigham Young demuestra que las consecuencias podrían durar hasta bien entrada la bien entrada la vida adulta.
El estudio se centró en el comportamiento de niños de 2 y 3 años de vida. Según los especialistas, el número de padres que distraen a sus hijos con aparatos electrónicos cuando los niños se quejan o muestran emociones negativas, es cada vez mayor. Para evitar los ataques de rabia o para distraerlos en lugares públicos, dejan al niño «hipnotizado» por la brillante y dinámica pantalla de su móvil o tablet.
«Los padres deben evitar el uso de videos o juegos en pantallas como recurso para regular las emociones de sus hijos,» afirma la principal autora del estudio, la psicóloga Sara M. Coyne.
Según los datos del estudio, los niños que reciben pantallas para controlar las emociones a menudo tienden a presentar un comportamiento muy irritable y descontento. Al principio, para que los padres cedan a darle el dispositivo móvil o Tablet. A largo plazo, porque no saben lidiar con sus sentimientos. Además. Ellos también se descontrolan cuando se les retira la pantalla antes de cansarse de usarla.
«Nuestras investigaciones demuestran una conexión entre los procesos de regulación de las emociones y el uso problemáticos de los medio. Estos resultados deben ser estudiados en profundidad y cotejados, para poder ayudar más y mejor a que los padres críen hijos emocionalmente saludables y resilientes en un mundo que cada vez es más dependiente de lo digital», orienta Coyne.
Enseña a tus hijos
La solución que Coyne sugiere a los padres para que ayuden a sus hijos a lidiar con sus emociones más extremas, es dejarlas que se expresen, intentando calmarlas con palabras de consuelo cuando sea posible. Cuando el niño se tranquilice, se debe hablar con él, nombrando las emociones y enseñándole a lidiar con ellas.
Minimizar el desequilibrio con pantallas es, en realidad, distraerles de sus emociones, imposibilitando el aprendizaje y el equilibrio.
El Obispo del Centro de Ayuda Cristiano alerta del hecho de que «a veces acabamos tomando actitudes basadas en nuestros sentimientos y dejamos de hacer lo que es correcto. Cuando no existe un equilibrio entre emoción y razón, la familia se desequilibra. Sobre todo, los hijos».
De acuerdo con él, «la responsabilidad del padre o de la madre no es impedir que su hijo sufra. Su responsabilidad es enseñar a su hijo a tomar las decisiones correctas, y esta enseñanza solo se puede transmitir a través del diálogo y el ejemplo».
Imagina que un niño está irritado en un supermercado porque quiere un dulce. El padre le grita al niño y le da el móvil para que se calle.
No existe ningún aprendizaje en este acto. EL hijo dejó de sufrir por la ausencia del dulce, pero no aprendió a lidiar con lo que siente, para que, en el futuro, pueda escoger mejor sus reacciones.
«Si eres este tipo de padre (que evita a toda costa el sufrimiento y el aprendizaje), no le estás haciendo un flaco favor a tus hijos. Vas a ser siempre el responsable de librarlo, un esclavo con la obligación permanente de quitarle el dolor. Estás entrenando a tu hijo a depender de tu y a no asumir la responsabilidad de su propia vida. Tu hijo nunca va a cambiar, nunca va a aprender a actuar por sí mismo», concluyó el obispo.