- PRIMERO: Para que una persona pueda entender la Palabra de Dios, ante todo precisa ser de Dios, esto es, nacer de nuevo, como dijo el Señor Jesús:
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde “quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Juan 3:5-8
Esa es la primera condición para entender la Palabra de Dios. La persona puede haber sido profundamente instruida en la mejor universidad del mundo, pero si no tuvo un encuentro personal con el Señor Jesús, jamás va a tener la capacidad para interpretar la Biblia de acuerdo con la voluntad de Dios. El Espíritu Santo enseña, a través del apóstol Pablo, cuando dijo:
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” 1 Corintios 2:14
Quiere decir: el hombre natural es incrédulo, carnal y tiene sus ojos espirituales totalmente ciegos por el espíritu de este mundo. Por eso, él cree que es una locura, ser fiel a la Iglesia, ser marido de una sola mujer (y viceversa), en fin, vivir una vida de acuerdo con la Sagradas Escrituras. ¡Eso es locura para los hijos de las tinieblas! Las cosas de Dios se disciernen espiritualmente y solamente los nacidos del Espíritu Santo pueden comprender Su voluntad.
La persona puede no saber leer muy bien, pero si es nacida de Dios, entonces el propio Espíritu Santo Se encargará de orientarla y hacerla entender Su Palabra. Además de eso, el Señor Jesús dijo lo siguiente:
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Juan 8:12
Lo que significa decir que aquel que no sigue al Señor Jesús es ciego, y el ciego, aunque esté con los ojos fijos en el sol del mediodía, no puede ver. Eso sucede con aquellos que intentan entender la Biblia sin el Espíritu de Dios.
- SEGUNDO: Es preciso estar consciente de que, siendo el Espíritu Santo quien dirigió a las personas a escribir la Biblia, entonces solamente a través de Él es posible su interpretación. El que estudia la Biblia nunca debe depender solamente de sus conocimientos teológicos para intentar interpretar la Palabra de Dios. Muy por el contrario, cuanto más se vacíe de sí mismo y dependa del Espíritu Santo, más comprensión obtendrá. La verdad es que cada vez que abrimos la Biblia, nos debemos comportar como un niño, cuando se “sienta en el regazo del padre, para oír sus enseñanzas.
- TERCERO: Además de la humildad de un niño, la persona tiene que estar en espíritu de oración, pues a pesar de que la Biblia sea la Palabra de Dios, inspirada por el Espíritu Santo y escrita por Sus santos siervos, ¡en ella Dios Se revela a cada momento, de manera especial! ¡Cuando oramos, hablamos con Dios, y cuando leemos la Biblia, Él habla con nosotros! ¡Para que esa conversación se produzca, es necesario estar en espíritu de oración!
- CUARTO: Cuanto más se vive, más experiencia se va obteniendo de la vida. Así es el entendimiento de la Palabra de Dios: cuanto más tiempo se vive en su práctica, más enseñanzas y beneficios de ella se obtienen. Como no se aprende a vivir con la lectura de buenos libros, tampoco se puede comprender plenamente la Biblia sólo con su lectura. Un gran hombre de Dios, en el pasado, decía: «Cuando medito en la Biblia, quedo ansioso en poner inmediatamente en práctica aquello que leí. A veces, quedo ansioso para que el día amanezca y comience a experimentar lo que Dios colocó en mi corazón». Este es el espíritu con el cual debemos comprender la Palabra de Dios.