El Espíritu Santo es Río de Aguas Vivas. Por medio de Él, la sed interior de una persona es completamente saciada.
Pero Él decía esto del Espíritu, que los que habían creído en Él habían de recibir; porque el Espíritu no había sido dado todavía, pues Jesús aún no había sido glorificado. Juan 7:39
Sin embargo, no todas las personas entienden esta analogía. Este fue el caso de la mujer samaritana, que no entendía que podía satisfacerse con el Agua que solo el Señor Jesús tiene para dar. Aun así, la deseó. Al conversar con la mujer, el Hijo de Dios le dijo que si recibiera lo que Él tenía para darle, jamás volvería a tener sed. La samaritana infeliz, discriminada por su pueblo y que venía de una secuencia de relaciones frustradas podría, finalmente, cambiar su historia y la de varias personas a su alrededor. Esto se debe a que el Espíritu Santo es tan abundante en el interior de quienes Lo tienen que los que están a su alrededor también son beneficiados.
Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y Quién es el que te dice: Dame de beber, tú Le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva. […] Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré Se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna.
Juan 4:10,13-14, (subrayado por el autor)
Este texto muestra que al descender sobre una persona, el Espíritu Santo hace que de su interior fluya y rebose un agua pura y abundante (Espíritu y Vida), que sacia completamente la sed que el alma tiene por Dios y por todo lo que Él tiene para ofrecer.
El Espíritu Santo rebosa tanto que se desborda del alma otrora sedienta. En el cuerpo en el que habita, el alma se convierte en un jardín regado y florido constantemente. A fin de cuentas, Él es el Manantial de Aguas Vivas, una riqueza de valor inestimable para quien vive en el desierto de este mundo (Jeremías 2:13). Para tenerlo, no se necesita dinero, méritos personales ni conocimiento religioso (Isaías 55:1), solo creer «como ha dicho la Escritura», resaltó el Señor Jesús (Juan 7:38). Es decir, creer exactamente como enseña la Biblia, y no como piensa el hombre o como lo establecen cientos de religiones.
Muchas personas son indefinidas en su fe porque se dejaron llevar por la confusión de las muchas enseñanzas religiosas distorsionadas y difundidas por todo el mundo. Renunciaron al Evangelio simple, que solo le pide al hombre que se entregue a Dios y crea en Su Palabra, para aferrarse a dogmas complejos y vanos. Sin embargo, quien va al Señor
Jesús con su fe sacrificial y Le obedece, recibe gratuitamente el Agua de la Vida.
También me dijo: Hecho está. Yo Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tiene sed, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
Apocalipsis 21:6, (subrayado por el autor)
Quien no recibe el Agua de la Vida, el Espíritu Santo, continúa con el dolor agudo y cruel de un alma sedienta.