EL ESPÍRITU SANTO OS ENSEÑARÁ TODAS LAS COSAS

Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a Quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho.

Juan 14:26

Durante el tiempo en que cumplió Su ministerio terrenal, el Señor Jesús enseñó todo lo que los discípulos podían aprender. Su revelación no fue incompleta, sino suficiente para que pudiesen tomar posesión del Reino de Dios. Claro que había realidades mucho más profundas que el Hijo de Dios les podía mostrar, pero los discípulos no tenían la capacidad de absorberlas porque no tenían estructura espiritual. A fin de cuentas, aún no habían sido bautizados con el Espíritu Santo. Pero, además de carecer de capacidad espiritual  para comprender ciertas cosas, los discípulos a menudo olvidaban muchas cosas que el Señor Jesús les había enseñado.

Hablando de esta forma puede parecer que les faltaba inteligencia, atención o buena voluntad para aprender por parte de los discípulos, pero no. Lo que les faltaba era discernimiento y comprensión del Espíritu. El Señor Jesús dijo que Sus Palabras son Espíritu y Vida (Juan 6:63), por lo tanto, Sus enseñanzas tienen una impronta estrictamente espiritual, de manera que la mente humana no logra asimilarlas naturalmente.

Por eso, podemos afirmar que, ni aun las mentes más brillantes que ya vivieron en este mundo como las de Platón, Aristóteles, Albert Einstein o Steve Jobs, tendrían capacidad para entender y discernir la Palabra de Dios si el Espíritu Santo no se la revelara. Aunque hayan sido considerados genios en este mundo, la inteligencia de estos hombres era prodigiosa solo en cuanto a conocimiento humano, pues, en relación a comprensión espiritual, eran completamente legos.

Entonces, cuando el Señor Jesús les reveló que dentro de la Obra del Espíritu Santo estaba la misión de enseñar al respecto de todo, desde orientaciones personales hasta la toma de decisiones para toda la vida, Él mostraba que la acción del Espíritu de Dios engloba hechos tan excepcionales para una persona, que es imposible que ella tome conocimiento de eso y no lo desee tener e incluso que sacrifique para que el Espíritu Santo reine dentro de su ser.

¿Cuántos, al leer sobre el coeficiente intelectual (CI) altísimo de los genios de este mundo y de sus grandes proezas, no desean también tener tal inteligencia? Hay quien paga caro para tener una consultoría de algunos minutos con alguien exitoso solo para tener acceso a un conocimiento diferente. Pero quien tiene el Espíritu Santo no necesita desear tener la inteligencia de nadie, pues Él ofrece un privilegio incomparablemente mayor. A fin de cuentas, la mente divina no puede ser comparada con ninguna mente humana. A través del bautismo con el Espíritu Santo, tenemos acceso a la mente del Creador, de manera que los pensamientos de Dios pasan a interactuar con nuestros propios pensamientos. Eso es algo tan grandioso que, si sumamos la inteligencia de todos los seres humanos, aun así, sería un pequeño fragmento de la sabiduría, del conocimiento y de la inteligencia que hay en la mente de Dios.

Hoy, casi dos mil años después de aquella noche en el Cenáculo, donde la promesa del bautismo con el Espíritu Santo fue hecha, necesitamos decir, alto y claro, que el Espíritu Santo no fue sepultado con los apóstoles ni las preciosas promesas del Señor Jesús caducaron. TODO lo que nuestro Señor Se comprometió a hacer, lo hizo. El Espíritu Santo ya fue enviado en el día de Pentecostés, y todo lo que el Espíritu Santo hizo en el pasado, lo sigue haciendo en los días de hoy. Por lo tanto, podemos y debemos revivir intensamente la misma fe, la misma comunión con Dios y las mismas señales y prodigios que la Iglesia Primitiva vivió en el primer siglo.

Si esto no sucede contigo, tu existencia en este mundo no tendrá el menor sentido, pues solo el Espíritu Santo puede dar ánimo, vigor para el alma y una vida con propósito. Así como el oxígeno es fundamental para el cuerpo, el Espíritu Santo es esencial para el alma. Él es el oxígeno espiritual que hace que el alma del hombre respire.

Muchos desconocen esta realidad porque nunca oyeron hablar sobre Quién es el Espíritu Santo y cuál es Su papel en la Tierra. Esas personas aún no fueron alcanzadas por el Evangelio, por eso viven ajenas a lo que sucede en el mundo espiritual. También existen los que Lo ignoran, pues se tornaron religiosos y meros practicantes de dogmas y rituales. Ellos se sienten satisfechos con ir a un culto, cantar, orar, leer la Biblia y volver a sus casas con la sensación del deber cumplido. Sin embargo, en su interior, falta lo más importante, que es el Espíritu.

Aquellos que aún no recibieron el Espíritu Santo ha sido  porque aún no se entregaron de cuerpo, alma y espíritu al Señor Jesús. Pudieron haber hecho el 99,9 % de lo que se enseña en la iglesia, pero la cuestión no es solamente hacer, sino rendirse a Él realmente, pues es justamente nuestra entrega total lo que prueba a Dios cuánto deseamos que Su Espíritu habite en nosotros.

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