“… si oyeres atentamente la VOZ DEL SEÑOR, tu Dios, para guardar y poner por obra todos Sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también el SEÑOR, tu Dios, te exaltará sobre todas las naciones de la Tierra.”
(Deuteronomio 28:1)
Si oíste la voz de Dios, es decir, si practicas Su Palabra, Él promete exaltarte sobre todas las naciones de la Tierra. Nadie más lo detiene. No importa si tienes cultura o no; no importa si hablas bien o hablas mal; no importa el color de tu piel o tu edad; no importa nada, porque Dios está contigo.
Incluso cuando todo parece estar saliendo mal, debes saber que todo saldrá bien para quien se coloca en las manos de Dios; para quien obedece Su Palabra. Él da el conocimiento, la sabiduría que nadie tiene. Dirigirá tus pasos y lograrás caminar, incluso si estás en la oscuridad. El Espíritu de Dios estará en ti si mantienes tus pensamientos en Él y no en este mundo; si mantienes la certeza de que Él cumplirá cada una de Sus promesas, independientemente de lo que ves ahora. Es así que cómo se procesa el milagro.
No importa lo que estés viendo. “Bienaventurados lo que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29), dice el Señor Jesús. Creyeron porque confiaron en la Palabra. Confiaron en la Palabra porque mantenían una fe pura, como niños delante del Padre. Entendían que lo más importante no es saber lo que está sucediendo o no, sino saber en qué estás creyendo o no.
Lo más importante no es saber qué está sucediendo, sino saber en qué estás creyendo.