Cuando vivimos en obediencia a la Palabra de Dios, lo imposible se vuelve posible.
Jesús nos ha enseñado algo muy importante, “si permanecéis en Mi y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os será hecho”.
Jesús fue claro. La condición para que nos sean otorgadas las respuestas a nuestros pedidos es permanecer en Su Palabra, es decir, vivir en obediencia a Su Palabra. También podemos deducir lo contrario: Si no permanecemos en Él y Sus Palabras no permanecen en nosotros, nada de lo que pidamos nos será hecho.
Elías conocía la clave y permanecía en la Palabra de Dios, por eso, todo lo que él pidió lo recibió: Cuando oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió durante más de tres años; y cuando oró para que descendiera fuego del cielo, así sucedió.
La clave está en la obediencia a la Palabra de Dios. Cuando andamos en la obediencia, no hay nada que no podamos conquistar.
Quizás usted ha sido desahuciado por la medicina, quizás tiene un hijo en las drogas, o quizás viva en la miseria y no tenga ni lo más básico para comer. Sea cual sea su problema, Dios puede cambiar su situación a través de su fe si se entrega de cuerpo, alma y espíritu en su Altar. Y esto implica obediencia y una fe definida en el Dios Altísimo. Sin división.