Juventud y salud suelen ir de la mano, pero no cuando hablamos de salud mental. Tanto es así que el número de jóvenes que sufre problemas de este tipo ha ido en aumento en los últimos años. Una cifra que no está ni cerca de tocar techo.
Según datos del ‘IV Barómetro Juvenil 2023. Salud y bienestar’, el 59,3% de los jóvenes confiesa haber sufrido algún problema de este tipo en 2023, pero también saca a la luz otro dato igualmente preocupante: el número de jóvenes que ha tenido alguna vez ideaciones suicidas (48,9%) superó por primera vez a los que nunca han pensado en ello (47%).
MULTIFACTORIAL
¿A qué se debe el deterioro acelerado y progresivo de la salud mental de adolescentes y jóvenes? Como en casi todo, existen varios factores. Muchos apuntan a las redes sociales como las grandes villanas por generar dependencia y un descenso de la autoestima, pero los conflictos familiares, la falta de una figura paterna, la discapacidad, el acoso escolar, las adicciones, el abuso sexual o la preocupación por el futuro también pueden ser factores de riesgo.
“ANSIOLÍTICOS COMO GOMINOLAS”
Expertos en salud mental insisten en que dopar a los chicos con pastillas no es la solución, siendo que España se lleva la palma en cuanto a consumo de benzodiacepinas y muchos reconocen ya tomar ansiolíticos como si fueran gominolas. Pero es solo un paliativo, una anestesia contra el dolor, no la solución al problema.
ENFOQUE CORRECTO
Es importante tener en cuenta que cada ser humano está formado por un trío indisociable: alma, cuerpo y espíritu, por eso el abordaje de este tipo de conflictos sin tener en cuenta la parte espiritual no ha tenido los resultados deseados.
El Señor Jesús, en Su Palabra, nos ha dado la receta para el equilibrio mental y emocional, el aliciente para seguir luchando, las palabras que levantan la autoestima, la cura para la ansiedad, el remedio para una noche de descanso, la clave del éxito y mil y una razones más para vivir con paz y esperanza independientemente de las circunstancias.
“Con solo 11 años, empecé a sufrir depresión y migrañas”
Hace tiempo, Cristina hubiera encajado perfectamente dentro de ese enorme grupo de jóvenes que padece algún tipo de problema mental, pero ya no. Ahora, tras superar todas sus barreras, relata su historia para mostrar que existe una salida para quienes luchan sus peores batallas.
“Sufrí abusos en la infancia y el divorcio de mis padres fue muy traumático. Con solo 11 años, empecé a sufrir depresión y migrañas insoportables. Me sentía muy triste y mi madre y yo no nos llevábamos bien. También era muy acomplejada, sobre todo con mi cuerpo. Me veía demasiado delgada y fea”, recuerda.
Aunque interiormente se encontraba mal, Cristina intentó por un tiempo aparentar que todo iba bien. “Entré en una nueva etapa en la que empecé a vivir de las apariencias, a hacer de todo por agradar a los demás, aunque a mí no me gustase. Por dentro, el malestar y el estrés me enfermaban, y hasta se me durmió un lado de la cara… Fui al médico, al psicólogo, busqué el amor en otras personas, pero nada lograba llenar el vacío que sentía.”
Los pensamientos negativos eran cada vez más agresivos. “Pensaba que nadie me quería, que no valía nada, que si moría no le iba a importar a nadie, y llegué a planearlo. Pero un día encontré un anuncio del Centro de Ayuda Cristiano en Instagram y decidí ir. La primera vez que asistí a la reunión me sentí muy identificada y aquella misma noche logré descansar”, relata la joven.
“No tenía nada que perder, así que seguí yendo. Vi que cada día lloraba menos y que los dolores de cabeza iban desapareciendo junto con los pensamientos negativos. Encontré paz. En este punto pensé, ‘si ahora tengo paz, ¿cómo será nacer de nuevo?’ Decidí entregarme con todas mis fuerzas, pues sabía que Dios me estaba dando el valor que nada ni nadie me había dado. Recibí el bautismo con el Espíritu Santo y mi vida dio un giro radical. ¡Me siento super afortunada de haber tenido este encuentro con Dios y mi relación con mis padres ha mejorado mucho desde entonces!”
Cristina Yusti