Dios quiere que tengamos una vida próspera. Para ello lo único que tenemos que hacer es creer. Así lo hizo Abraham. Él salió de su tierra sin saber dónde iba, pero tuvo fe. Probablemente tú no te veas con un coche nuevo, una casa lujosa, un trabajo maravilloso… y ahí reside el problema. Pensamos en pequeño, minusvaloramos nuestras posibilidades y si en un corto periodo de tiempo no logramos lo que queremos, desistimos.
“Durante más de 25 años, Abraham, estuvo sin conseguir lo que más anhelaba: tener un hijo con Sara. Cuando los dos eran mayores y humanamente era imposible obró el milagro y nació Isaac. ¿Por qué? Porque Dios es el dios de lo imposible. Solo necesitamos actuar con fe y obedecer su Palabra. Es cuestión de tiempo lograr nuestros propósitos”, aseguró el obispo Paulo Roberto, en la reunión del pasado domingo.
Ahora bien, Dios también prueba nuestra fidelidad. Por eso, le pidió a Abraham lo más difícil que podía solicitarle: que sacrificara a su único hijo, al hijo de la Promesa. “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis 22:1-2).
Fue la mayor prueba de fe. Abraham no le cuestionó ni se lo contó a Sara. ¿Por qué? Porque no quería que le apartaran de la fe. Anteriormente, la ansiedad por no tener hijos le hizo tomar una mala decisión. Sara le insistió para que tuviera un hijo con una esclava. Así nació Ismael. “Esto provocó un problema que sigue latente a día de hoy: los conflictos constantes entre la descendencia de Abraham por Ismael y por Isaac. O lo que es lo mismo el conflicto entre Israel y los países árabes”, relató el obispo.
Cuando Abraham estaba a punto de sacrificar a su hijo, El ángel del señor le dijo que no lo hiciese. Dios únicamente quería probar su fidelidad a través del sacrificio.
Todos los que creemos somos hijos de Abraham y por tanto podemos tener una vida próspera. No tienes que conformarte sufriendo una depresión, miedo o cualquier otro problema. Si te entregas a Jesús en cuerpo, alma y espíritu y obedeces Su Palabra, Dios estará contigo.