“Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de Tus ojos; Pero Tú oíste la voz de mis ruegos cuando a Ti clamaba”
(Salmos 31:22)
¿Cuántas veces, en la desesperación, en la prisa, creíamos estar excluidos de la presencia de Dios? Muchos creen que, por no estar sintiendo la presencia de Dios, Él no está con ellos. Sin embargo, no es necesario sentir Su presencia para saber que está con nosotros.
En el texto bíblico de hoy, David reconoció que se precipitó al juzgar que Dios le había abandonado. Sin embargó, cuando clamó por socorro, fue oído. Solamente cuando Dios le atendió, notó que no estaba solo. No estaba solo, pues Dios nunca abandona a aquel que Le busca.
No importa lo que estés sintiendo en este momento. Puedes estar en paz, puedes estar en la mayor angustia, puedes estar sumergido en la ansiedad, en el miedo, en la desesperación. Puedes no saber qué hacer. Puedes tener abierto el libro buscando una respuesta. Aquí está tu respuesta: Dios está ahí, contigo. Aunque te sientas solo o rechazado aprovecha este momento y busca un lugar aislado para clamar por Su socorro, con tus palabras, a tu manera. Serás atendido. Y sabrás que no estabas solo.
Aprovecha la oportunidad para clamar por socorro y conocer la presencia de Dios, sintiendo o no, pues no tiene que ver con sentimiento.