El Obispo del Centro de Ayuda Cristiano alertó al respecto.
Imagina la siguiente situación: la persona está en un lugar público y a su lado hay un grupo de amigos. Ellos empiezan a hablar y, de repente, uno de ellos la mira. Entonces ella, precipitadamente, llega a la conclusión de es el centro de todas las miradas.
Así es como funciona la mente de una persona que tiene manía persecutoria. Piensa que todo lo malo que le sucede fue perpetrado por alguien con malas intenciones.
«La persona empieza a imaginar que todos a su alrededor están conspirando en su contra», explicó el obispo del Centro de Ayuda Cristiano en uno de sus programas.
Cuidado con los pensamientos
El obispo añadió que este ha sido un comportamiento cada vez más frecuente entre la población, y la raíz de esto es el victimismo.
«Cuando las personas se victimizan, entonces, obviamente, siempre hay un verdugo, una persona que siempre está ahí para maltratarla. A partir del momento en que la persona da a su mente la orden de buscar al causador de su sufrimiento, no va a parar de hacerlo. La mente es muy obediente», apuntó el obispo.
Solo para ilustrar, puedes hacer la siguiente prueba: proponle a tu mente contar los coches blancos que pasan por una calle durante cinco minutos. Cuando terminas de contar, te das cuentas de que ni le prestaste atención a los coches de otros coches. Esto es porque la mente se enfoca en el comando que le das.
Esto es lo que sucede con la manía presecutoria. La mente busca constantemente un culpable de los fracasos, problemas y frustraciones. «El problema de esa manera de pensar es que la persona pierde el control sobre su propio destino,» esclarece el obispo.
Es necesario asumir la responsabilidad sobre la propia vida
La persona tiene que verse a sí misma y buscar mejorar constantemente, no para ser mejor que los demás, sino para superar los obstáculos personales.
Por eso, es importante que participes en los encuentros que se realizan en todos los Centros de Ayuda Cristiano (consulta las direcciones), donde descubrirás cuál es la voluntad de Dios para tu vida.