Nuestra sociedad ha relativizado los mismo valores que la construyeron. Todo lo que nos permitió que nos tornáramos humanos y que tuviéramos las condiciones necesarias para establecer negocios y contratos a largo plazo, hoy es visto como anticuado y descartable. Antiguamente, no era necesario firmar contratos ante un notraio. Los negocios eran hechos con base en la palabra. La palabra era el bien más preciado de una persona. Podía no tener dinero, podía no tener herencia para dejarles a sus hijos, pero tener honor, carácter y honrar su palabra era un gran patrimonio al cual nadie renunciaba.
La mayor parte de nuestra comunicación es hecha a través de palabras. La palabra tiene tanto poder que es capaz de destruir y, también, de construir. En todo momento nos enfrentamos a la opción de usar nuestras palabras con sabiduría o con displicencia. En general, lamentablemente, nuestra cultura actual incentiva a la gente a no prestar la debida atención a las palabras que se dicen.
Sin embargo, aunque los hábitos cambien, las verdades no cambian. Aún hoy, su compromiso con su palabra demuestra quién es usted. ¿Cómo espera ganarse la confianza de sus subordinados, de su jefe, de s cliente, de su cónyuge o de sus hijos si siempre está rompiendo promesas y echándose para atrás con su palabra y sus compromisos?
La principal causa de divorcio es, precisamente, el incumplimiento de la palabra empeñada el día del casamiento. Del mismo modo, los mayores problemas en las empresas son causados por incumplimiento de la palabra con lo proveedores, con los acreedores, con los clientes, entre los socios o en las relaciones laborales. Si todos mantuvieran su palabra, viviríamos en una sociedad mucho más justa.
Los siguientes son algunos de los consejos prácticos para evitar caer en la trampa de las promesas no cumplidas:
Deténgase. Cualquier cosa que usted diga, cualquier cosa a la que se comprometa, debe ser una decisión consciente. La decisión que tome debe acompañar sus palabras. Usted debe considerar cualquier cosa que diga como un contrato. Entonces, piense muy bien antes de construir una frase.
No prometa nada sin estar seguro de que podrá cumplirlo. Anote sus compromisos en su agenda y haga un pacto con usted mismo para cumplirlos. Imagínese que su vida depende del cumplimiento de esa promesa.
No se eche para atrás. Si cambia de idea con respecto a algo a lo que se comprometió, no se eche para atrás. aunque tenga que asumir un perjuicio, mantenga su palabra. Esa experiencia le ayudará a ser más responsable con lo que diga en el futuro.
No diga lo que las personas quieren oír para complacerlas. Tal vez usted pueda complacerlas en un primer momento, pero na largo plazo las desagradará mucho más cuando las personas se den cuenta de que usted no cumplió lo que prometió.
Sea verdadero. Si usted se compromete con varias cosas por tener un corazón del tamaño del mundo y querer ayudar a los demás, entienda que ayuda mucho más siendo verdadero.
Es mejor no prometer. Anótelo en un lugar claramente visible hasta aprendérselo de memoria: es mejor no prometer que prometer y no cumplir.
Sea puntual. Esfuércese para llegar siempre por lo menos 15 minutos antes a cualquier compromiso.
Aprenda a decir no. No diga «sí» a cosas que sabe que no va a hacer.
Cuidado con las pequeñas promesas. Si dijo que le iba a comprar algo a alguien, cómpreselo. Si le dijo a un niño que lo llevaría a pasear, llévelo. Si le dijo a su empleado que obtendría un aumento, concédaselo. De lo contrario, no prometa.
Vigile. Nunca es tarde para comenzar a desarrollar el hábito de ser una persona de palabra. A partir de hoy, vigile todo lo que salga de su boca.
Tenga valor. No se escape de las situaciones con una mentira. Enfréntelas.
Esfuércese. Haga el sacrificio que sea necesario para convertirse en una persona confiable.
La gente confía en quien mantiene su palabra. Eso construye su reputación. No cumplir con la palabra lo hace vivir estresado. En el fondo, su conciencia le molesta. Si no le duele ahora, le dolerá en el futuro, porque las consecuencias siempre llegan.
A partir de hoy, comprométase a honrar su palabra. Empiece honrando ese compromiso. Cuando uno es verdadero consigo mismo, es más fácil ser verdadero con los demás.