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No te dejes guiar por las emociones

La naturaleza humana tiende a ser más emocional que racional y esto se puede ver fácilmente en situaciones del día a día, como cuando una canción te hace sentir eufórico, cuando una película te hace llorar o cuando la respuesta negativa de alguien te deja un nudo en la garganta.

 

Tanto la alegría como el dolor o la frustración son emociones que hacen parte de nuestra naturaleza humana y es normal que surjan en algún momento, pero se vuelven un problema cuando las mismas pasan a dirigir la vida de una persona. Así como el agua apaga el fuego, las emociones anulan la fe.

 

Mientras que el Espíritu de la fe tiene el poder de fortalecer a una persona, las emociones, la debilitan. Delante de una situación negativa, de decepción o frustración, quien actúa basado en sus emociones o sentimientos, reclama, llora, se entristece, dice lo que no debería y muchas veces acaba agravando el problema. 

Las emociones van a surgir en muchos momentos de tu vida, pero lo que hará la diferencia es como vas a reaccionar y lidiar con cada una de ellas.

 

¿Cómo resolver el problema? 

La razón y la emoción son dos elecciones que haces todos los días, principalmente cuando estás en una situación difícil. No necesitas fingir que está todo bien, debes luchar en contra de esa emoción.
Cuando te des cuenta de que está naciendo una emoción, pregúntate: ¿Qué hago con esta situación? ¿Lo dejo como está o busco una solución? Cuando trabajas e inviertes en la razón, estás haciendo lo correcto. 
Un ejemplo práctico es la forma en que una persona lidia con las críticas, ya sea de personas cercanas o en el trabajo. Quien actúa basado en la emoción, rápidamente se pregunta: “¿Quién se cree que es para decirme eso?” Es una situación que genera rabia, malos ojos y hasta rencores. 
Por otro lado, alguien con una reacción racional, hablaría con la persona de buena manera, incluso consideraría la crítica como una oportunidad de crecer. Si te dejas guiar por las emociones, no cambiarás tu forma de ser.

 

“YO VIVÍA POR LAS EMOCIONES”

Si bien la infancia de Fernanda no fue nada fácil, el dejarse llevar por las emociones no le ayudó. Al contrario, le trajo aún más problemas. Su vida solo cambió cuando conoció la fe inteligente. 

“De pequeña buscaba la atención de mi madre, pero nunca la obtuve. Cuando mis padres se separaron, todo empeoró, mi madre cayó en depresión y nos descuidó. Buscando la figura paterna que no tenía, comencé un noviazgo a los 13 años”, recuerda. 

Fernanda pensaba que en esta relación encontraría el amor que nunca tuvo en casa. “Pasaron cinco años y decidimos casarnos, pero aun estando casada era carente. Necesitaba la atención de los demás, buscaba que me miraran, y fue así que acabé siéndole infiel a mi marido. Me dejé llevar por la emoción del momento y eché a perder 15 años de matrimonio”.

Esta mala decisión la llevó a una depresión profunda, debido a la culpa y la vergüenza que sentía al ver todo lo que había ocasionado. “Comencé a beber y a fumar para distraerme”, confiesa.

Un año después Fernanda conoce a su actual marido. “Comenzamos a salir y poco después me invitó al Centro de Ayuda Cristiano. No lo dudé y fui con él. Cuando llegué un domingo, quería sentir algo, una emoción, ¡como siempre! Pero pronto entendí que, si quería que mi vida cambiase, tenía que huir de los sentimientos y entregarme de cuerpo, alma y espíritu.”

Participando en las reuniones de domingo su visión se abrió. “Para tener un encuentro con Dios tuve que renunciar a mi yo. Siempre buscaba ser querida, llamar la atención, tener gente a mi alrededor, pero ahora éramos Dios y yo. A solas. Fui trabajando en mí y descubrí mi verdadero valor. Un día dejó de ser emoción y pasó a ser certeza. En aquel momento la necesidad de tener un padre físico fue suplida porque Dios llenó el vacío. Ya no me dejo llevar por las emociones de la música ni de mi corazón. Ahora soy feliz y me siento realizada de verdad. Tengo un matrimonio bendecido, participamos juntos en la Terapia del Amor y siempre con nuestra mirada fija en Jesús, nuestro Guía,” finaliza sonriente.

Fernanda

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