¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?

Y debiste haber oído hablar de la palabra “Trinidad”. Aunque no esté literalmente escrita en ningún libro de la Biblia, está presente en todo el Texto Sagrado. Su concepto se revela en varios pasajes, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

La “Santísima Trinidad” significa que Dios es único pero que, al mismo tiempo, es un Ser presentado al hombre en tres Personas: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Esta idea puede parecer difícil de comprender ciertas realidades espirituales, pero solo necesitamos fe para creer en lo que está revelado en las Escrituras.

Usemos el agua como un ejemplo práctico a fin de ilustrar un poco que es la Trinidad:

En la naturaleza podemos encontrar agua en tres estados físicos: líquido, sólido y gaseoso. En cualquiera de estos tres estados el agua continúa siendo agua y preservando todas sus propiedades.

Del mismo modo, podemos observar esta trinidad en el ser humano. Basta con que el hombre se mire a sí mismo para darse cuenta de que está hecho de cuerpo, alma y espíritu. Los ojos físicos solo ven el cuerpo, pero ese cuerpo no se manifestará al mundo sin un alma y tampoco vendría si no fuera por el espíritu.

Por lo tanto, podemos afirmar que la salvación del alma es obra de la Trinidad, es decir, es fruto de la cooperación y la conexión perfecta que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Mientras el Dios Padre ofreció a Su Unigénito para ser sacrificado, el Dios Hijo – el Señor Jesús – Se hizo hombre y cumplió la obra de redención al morir en la cruz por nuestros pecados. Por Su parte, el Espíritu Santo, Aquel que vino después de la ascensión del Señor Jesús a los Cielos, Se encarga de aplicar todos los méritos y la justicia del Hijo en nosotros.

¡Qué grandioso privilegio! Somos seres defectuosos y pequeños, pero aún así podemos tener todas las virtudes de la naturaleza divina, expresadas en el Dios Padre, en el Dios Hijo, y en el Dios Espíritu Santo, habitando dentro de nosotros. Es la gloria del Infinito dentro de lo finito. La Divina Majestad habitando en simples vasos de barro.

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