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Santo Culto: Rey de Sodoma o Melquisedec, ¿de qué lado está usted?

El pasado domingo se ha dado continuación al estudio de la figura y el carácter de Abraham, el padre de la fe. Un hombre que ha pasado duras pruebas pero que supo priorizar a Dios en los momentos más decisivos. Esta ha sido una gran enseñanza para aquellos que quieren recibir, únicamente, las riquezas que vienen de Dios. La reunión ha culminado con un acto sublime e histórico para la Iglesia, la consagración a Obispo del Pastor Alberto Díaz, tras 30 años de ministerio en el Centro de Ayuda Cristiano.

Cuando Abraham salió de su tierra y de su parentela en obediencia a Dios, llevó consigo a su sobrino Lot. Aunque caminaban juntos, los dos tenían visiones diferentes. Abraham priorizaba la voluntad de Dios, mientras que Lot se dejaba llevar por el brillo engañoso de las riquezas materiales.

Tanto fue así que Lot decidió separarse de Abraham y emprender su propio camino en las tierras de Sodoma tras dejarse embelesar por el verdor de aquella llanura. “Lot era ambicioso, tenía sus ojos puestos en el mundo”, explicaba el obispo Paulo.

Sin embargo, Lot no tardó mucho en perder todo lo que tenía. Hubo una gran guerra en la que Quedorlaomer se levantó, junto con otros tres reyes, en contra del rey de Sodoma, y Lot fue prisionero.

Cuando la noticia llegó a oídos de Abraham, él no se desesperó. Su íntima comunión con Dios le hizo permanecer tranquilo y confiado, pero no se quedó de brazos cruzados. Él enfrentó el problema. Llamó enseguida a 318 hombres nacidos en su casa y se fue a la batalla. “El secreto de Abraham es que nunca retrocedió. Pasó por muchos problemas, como todos nosotros, pero siempre los enfrentó con fe, perseverando en hacer la voluntad de Dios”, acotaba el obispo.

Dios entregó en su mano a los enemigos y así consiguió liberar a su sobrino. Abraham derrotó a los 4 reyes que a su vez habían derrotado a cinco. Esto demuestra que su victoria no respondía a una superioridad humana, sino a la propia intervención de Dios.

Encuentro con Melquisedec y Bera

Cuando Abraham regresaba de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que estaban con él, le salieron a su encuentro Bera, el rey de Sodoma, por un lado, y Melquisedec, el rey de Salem, por otro. (Gn 14:17)

Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.” (Génesis 14:18-20).

Melquisedec es un tipo de Jesús. Él sacó pan y vino y se los dio a Abraham, lo que representaba la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo”, explicó el obispo tratando de explicar la importancia de este acto.

Bera, el rey de Sodoma, intentó negociar con Abraham, diciéndole: “Dame las personas, y toma para ti los bienes” (Génesis 14:21). Abraham tenía, en este momento, una oportunidad de hacerse realmente rico y poderoso, sin embargo, él la rechazó:

Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano al Señor Dios Altísimo, Creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram…” (Génesis 14:22-23).

Abraham solo quería la riqueza que venía de Dios. Él priorizó su comunión con Dios y rechazó la oferta. Sabía que aquellos bienes venían de una tierra llena de corrupción, maldad, prostitución y engaño. Con seguridad fue tentado por la grandiosidad de la oferta, pero no se dejó llevar.

Preste atención al carácter de Abraham, porque este es el carácter que agrada a Dios y el que Él espera de cada uno de nosotros. ¿De qué lado quiere estar? ¿Del rey de Sodoma, que simboliza el diablo y que le ofrece placeres y beneficios mundanos, o del lado de Melquisedec, que representa a Jesús?”, inquirió el obispo.

Abraham lo tenía claro y salió ganando porque hizo de Dios su mayor riqueza. Aun así, nunca le faltó nada. La decisión es de cada uno.

Consagración del pastor Alberto Díaz a Obispo

Alberto era un joven de 16 años cuando conoció el Centro de Ayuda Cristiano a través de la radio. Tenía muchos problemas en casa y aquellos testimonios le animaron a creer que aquella situación podría cambiar. Se lo comentó a su madre y ambos empezaron a asistir a las reuniones.

En poco tiempo empezaron a ver cambios sorprendentes en el seno familiar. Donde había caos y enfermedad, empezó a reinar el bienestar y la paz. Pero los cambios no solo fueron externos. El deseo de conocer a Dios fue creciendo gradualmente en el joven, hasta que tuvo un encuentro personal con el Espíritu Santo.

Su pasión por Dios y por las almas aumentaba a cada día, al punto de saber que nada en el mundo le haría más feliz que servir a Dios como misionero. Sabía que había gente sufriendo que necesitaba conocer a Jesús, y creyó que Dios le estaba llamando con este propósito. De esto hace ya 30 años.

Hace 30 años atrás llegó un jovencito aquí, muy flaquito, con unas lentes gruesas, 16 años de edad, con su mochila en la espalda, venia del instituto y comenzó a participar con su familia, porque escucharon la radio que teníamos en aquella época, vinieron, hubo una liberación en la familia, y el Espíritu Santo nos reveló que este muchacho era un muchacho sincero, de fe, temeroso de Dios, que quería servir a Dios”, decía el obispo.

Como Abraham, dejó la casa de sus padres y fue en pos del sueño de Dios. Se embarcó en una misión en los Estados Unidos y un par de años después conoció a la que sería su esposa y auxiliadora, Renata. Tuvieron una hija y, después de muchos años ejerciendo su labor pastoral en América, volvieron a España.

Finalmente, el obispo Paulo Roberto derramó el aceite de la unción sobre la cabeza del pastor Alberto para consagrarlo como obispo. Es el segundo obispo español del Centro de Ayuda Cristiano, después del obispo Antonio de Francisco, también oriundo de Madrid y consagrado en 2015.

Quien escoge es Dios, y Dios le escogió ahora para una responsabilidad aun mayor, porque ser obispo exige muchísima responsabilidad y sacrificio porque no se trata de cuidar solo de una iglesia, sino también de la administración de la iglesia, y esto es algo que absorbe mucho a la persona. Cada vez tenemos que dar más, tenemos que sacrificar más para que las personas puedan recibir la Palabra de Dios y puedan ser salvas”, enseñaba.

La Palabra de Dios muestra los requisitos que debe cumplir un candidato a obispo, tal y como está escrito en 1 Timoteo 3: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro;que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad(pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”.

Todos estos requisitos fueron observados en el pastor Alberto a lo largo de estos 30 años”, anunciaba el obispo, manifestando su deseo de que las personas entendieran el criterio sobre el que Dios se rige, además de los estrictamente espirituales, para consagrar a un siervo a obispo.

El recién consagrado obispo realizó una oración de entrega por todos aquellos que, como él, desean entregar sus vidas al servicio de Dios y convertirse en ganadores de almas, “que tu Espíritu Señor sea derramado sobre todos los que están aquí. Dales un espíritu de fe, de convicción, que sean llenos de Ti y llenos del Espíritu Santo, con valentía, con coraje, con decisión, a tiempo y fuera de tiempo en momento favorables y desfavorables, en momentos de bonanza y en momentos de adversidad, que no se avergüencen del Evangelio y que sean ganadores de almas…”

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