El Santo Culto de este domingo pasado comenzó con una oración inspirada en un versículo del salmo 121 “¿Elevo mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?”. A su vez siete pastores oraron por las siete áreas de la vida del ser humano, más adelante los presentes honraron a Dios con sus primicias comprendiendo que la fidelidad y obediencia a Dios son claves para una vida de bendiciones.
Por ello, Los presentes pudieron ser testigos de la historia de Jessica una joven que creció en una familia desestructurada; su hermano en bandas, mientras que el padre sumergido en los vicios dejó a la familia en la miseria llegando toda su familia a tener que alimentarse de lo poco que rescataban de los contenedores. Esto provocó en ella complejos y traumas.
Cuando Jessica escucha el programa de la radio se identifica con un testimonio y una palabra de esperanza, por lo que decide creer y tomar una actitud de fe, volviéndose diezmista ella y su casa. Hoy tiene una familia restaurada, es una joven feliz y realizada.
Volviendo a los tiempos del profeta Elías, un hombre de fe que clamó y el fuego descendió, encontramos que cuando este acontecimiento llego a los oídos de Jezabel esposa del Rey Acab, revierte su ira contra Elías y decide perseguirlo y acabar con su vida.
Elías al escuchar las palabras de la reina Jezabel se atemorizó:
Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. (1 Reyes 19:3)
Llevando esta situación a los días de hoy, muchos al escuchar una palabra negativa se esconden, intimidan, acaban sepultando sus sueños, proyectos y consecuentemente la vida se estanca.
“¿Cuál ha sido su reacción delante del problema, esconderse o enfrentarlo?” pregunta el obispo a los presentes.
Debemos vigilar y filtrar las palabras que oímos, y buscar al Espíritu Santo que nos ayudará a enfrentar las situaciones difíciles de la vida.