Hay personas que se preguntan por qué no consiguen progresar o por qué hay patrones negativos que se repiten una y otra vez en sus vidas. La razón, a la luz de las Escrituras, es muy sencilla: existe una maldición. La buena noticia es que se pueden cancelar las maldiciones y empezar a tener una vida de bendiciones.
El obispo Joaquim quiso ayudar a todos los que se reunieron en Atocha el pasado domingo enseñándoles el origen de todas las maldiciones. “El origen es el pecado”, afirmó tajantemente. Y explicó, “Dios creó un lugar para que el hombre pudiera habitar y disfrutar de lo mejor. Sin embargo, Dios dio una orden a Adán y Eva, que no obedecieron: Comieron del fruto que Dios les había ordenado no comer. Pecaron, y el pecado genera una maldición”.
Sin embargo, todos los días Dios da la oportunidad al ser humano de escoger la bendición o la maldición, como está escrito en Deuteronomio 11:26: He aquí, hoy pongo delante de vosotros una bendición y una maldición.
Por eso, no se debe culpar a Dios ni a nadie por los propios fracasos porque la vida es el resultado de las decisiones que uno toma en su día a día. El obispo añadió, “cuando la persona no se somete a la Palabra de Dios está pecado, y la consecuencia es la maldición”.
Usted decide a quien le quiere dar oídos, a la voz de su propio yo, o a la voz de Dios. Cuando usted decida oír y practicar la Palabra de Dios y llenarse del Espíritu Santo, no solo tendrá bendiciones, sino que usted será la propia bendición.