Dios conoce el sufrimiento de cada persona. Sus sueños y frustraciones. Sus alegrías y sus tristezas. Su deseo no es permanecer pasivo e inoperante en nuestras vidas. Él quiere hacer feliz a todos, sin excepción. Pero para que Él manifieste Su poder en nuestras vidas, es necesario asimilar lo siguiente: Dios solo actúa cuando nosotros actuamos nuestra fe en Su Palabra. La pelota está en su tejado. Es usted quien decide.
El Obispo Paulo Roberto explicó a todos los que se congregaron el pasado domingo en Atocha, Madrid, que solo escuchar la Palabra de Dios no significa que la vida a cambiar automáticamente. «Los problemas van a cambiar a partir del momento en que usted empiece a actuar en base a la Palabra de Dios», puntualizaba el obispo.
La Biblia nos demuestra una y otra vez que la obediencia a la Palabra de Dios provoca la manifestación de Su poder. Esto fue lo que sucedió con Pedro, un experimentado pescador que llamó la atención de Jesús.
Estando Jesús predicando a una gran multitud que se había agolpado para escuchar Sus enseñanzas, «vio dos barcas que estaba cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud» (Lucas 5:2-3).
Jesús estaba llevando un mensaje de vida y salvación a todas aquellas personas, pero sin perder de vista lo que estaba sucediendo a Su alrededor. Cuando terminó de hablar a aquella multitud, el Señor se dirigió a Simón Pedro, que estaba profundamente preocupado por no haber pescado nada en toda la noche. Pedro tenía una familia cuyo sustento dependía directamente de él y de su trabajo y aquel día iba a llegar con las manos vacías. Jesús conocía su aflicción, así como conoce la aflicción de cada uno de nosotros. Jesús, entonces, le dijo:
“Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu Palabra echaré la red” (Lucas 5:4-5).
Jesús le dio una palabra, una dirección para solucionar su problema. De Pedro dependería la decisión de obedecer o no. Él creyó y decidió obedecer las Palabras de Jesús.
Vamos a reflexionar en esta escena porque aquí está la clave. Pedro no respondió diciendo “Señor, con todo el debido respeto. Tengo años de experiencia en esto de la pesca. Entiendo de esto. Usted, en cambio, es carpintero. Si no he conseguido pescar un solo pez estando toda la noche de faena, no lo voy a lograr ahora de día”. No, Pedro no respondió así. Él fue humilde de espíritu y decidió obedecer la voz de Dios. “Sobre tu Palabra echaré la red”.
A los ojos humanos, era una locura. Además, el que decidió echar la red fue Pedro, una decisión que no tomaron el resto de sus compañeros pescadores que estaban allí. Fue una decisión personal, así como la fe es algo personal e intransferible. “A Pedro no le importó lo que iban a decir o si se iban a burlar de él. Él estaba apoyado en las Palabras de Jesús y eso hace toda la diferencia en la vida de una persona”, decía el obispo.
“Habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían” (Lucas 5:6-7).
Pedro usó una fe racional e inteligente apoyada en la Palabra de Dios, no en su propio parecer. Toda la noche había estado haciendo las cosas a su manera, siguiendo el conocimiento fruto de varias generaciones de pescadores, pero aún así no había obtenido resultados. En cambio, cuando escuchó las palabras de Jesús, entendió que si Dios le había dicho aquello era suficiente para creer y cambiar su manera de actuar. Si hubiese optado por confiar en su propio conocimiento y despreciar el consejo de Jesús, su situación no habría cambiado.
De todas aquellas personas que se agolpaban para escuchar las palabras de Jesús, solo Pedro obtuvo la respuesta que tanto necesitaba. No se trata solo de escuchar la Palabra de Dios, sino también de ejecutarla.
Dios quiere cambiar vidas, prosperar, curar, restaurar, pero no basta con que Él quiera. Nosotros tenemos que actuar por medio de la fe porque eso es lo que a Él le agrada. Usted necesita echar sus redes sobre la Palabra de Dios y entregarse a Jesús. Solo así Él podrá hacer el milagro que usted tanto necesita.