El Santo Culto del pasado domingo giró en torno a un mismo tema: el Espíritu Santo. El obispo Paulo Roberto hizo hincapié en la importancia de recibir este bautismo para marcar la diferencia entre los incrédulos y para ser luz en este mundo de tinieblas. A partir del recibimiento del Espíritu Santo, el ser humano puede construir una vida realmente feliz y bendecida, como contó Wendy.
«Usted tiene que poner toda su fuerza para nacer de nuevo, para recibir el Espíritu Santo. Por eso vamos a hacer esta Hoguera Santo de Israel el 12 de diciembre, para que haya una diferencia en su vida. La Biblia dice en Malaquías 3:18 «Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve. Y esta diferencia comienza con el Espíritu Santo, porque quien no lo tienen no tiene vida», enseñaba el obispo.
Wendy, una señora que conoció el Centro de Ayuda Cristiano en el momento más bajo de su vida, constató esta diferencia. Llegó a la iglesia muy afligida, con una severa depresión y deseos de suicidio. Tras varios años de matrimonio marcados por el maltrato y las adicciones, su marido la abandonó a cargo con sus hijos. Ese fue el momento más duro para ella, pues además de no tener ánimos para luchar, tampoco tenía cómo comer o hacer frente a los gastos de la casa. Y empezó a descuidarse…
“Llegué maloliente, sucia, sin autoestima, pero el primer día que vine noté algo diferente. Empecé a dar pequeños pasos de fe y todo fue cambiando poco a poco. Conseguí un trabajo, dejé de tener insomnio y ya tenía ganas de vivir. Sin embargo, entendí que necesitaba el Espíritu Santo y en la primera Campaña de Israel me lancé para recibirlo. El Espíritu Santo es lo más bello que tengo. No sé como explicarlo. Provocó un antes y un después en mi vida”, relataba Wendy delante de los asistentes.
En la actualidad, Wendy no solo es libre de la depresión y de la miseria económica. Sino que ha prosperado mucho y se ha vuelto a casar. Su vida ha dado un giro de 180 grados y Dios quiere hacer lo mismo con todos los que creen.
“Si ella pudo usted también puede. Dios quiere bendecir, pero para ello, debemos sacrificar, entregar toda nuestra vida. Dios pide el sacrificio porque es una demostración de fe. Dios no se queda en deuda con nadie. Cuando usted sacrifica en el Altar, Él le da a manos llenas”, aseveraba el obispo.