“Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás”.
(Lucas 10:26-28)
Piensa en la respuesta que Jesús le dio al intérprete de la Ley. Él afirmó que el secreto de la vida – y de la vida eterna- es ejecutar estos dos mandamientos, siendo que el primero dice: “Amarás al Señor, con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente”. La palabra “todo” aparece cuatro veces en este pasaje, mostrando que el secreto es aplicarse 100%, intensamente.
No divides tu fe. No divides las fuerzas amando un poquito a Dios aquí y dándole atención a la ansiedad allí o al miedo allá. Le amas 100%. Confías 100%. Crees 100%. Te entregas 100%. Las respuestas que queremos de Dios dependen de esto. Cuando colocas todo tu corazón, toda tu alma, todo tu entendimiento, todas tus fuerzas, ¿sobra algún espacio para la duda? Claro que no. Así, cosechas los frutos de tu fe.
Cuando te entregas por entero a Dios, no sobra espacio para la duda.