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Senaquerib, el “coronavirus” de aquella época

“La crisis que estamos enfrentando no es física, sino espiritual. Por eso, más que nunca, nuestra fe necesita estar apoyada en la palabra de Dios. Vamos a vencer esta batalla pues, si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Así comenzaba el obispo Paulo Roberto el Santo Culto el pasado 5 de abril, transmitido en directo a través del Facebook del Centro de Ayuda Cristiano.

Dificultades, problemas, y aflicciones van a venir siempre porque, desafortunadamente, este mundo está bajo la influencia del maligno. Venceremos esta pandemia, sin duda, pero el mal buscará otras maneras para robar, matar y destruir. Es su naturaleza. Sin embargo, Dios no cambió y cuida de aquellos que son fieles a Su palabra.

Ezequías fue uno de los mejores reyes de Judá. Heredó un reino devastado, debido a la idolatría de su padre, pero fue fiel a Dios y su pueblo prosperó abundantemente. Después de 14 años de bendiciones y paz, el enemigo se levantó. Senaquerib, rey de Asiria, era un rey temido por todos, pues había destruido a muchas naciones. Podríamos decir que Senaquerib era el coronavirus de aquella época, pues había aniquilado reinos y mataba a miles de personas de manera cruel, como este virus. Este rey malvado amenazó con destruir a Ezequías y todo Judá:

“Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas”  (2 Crónicas 32:7)

Ezequías no tenía capacidad militar para hacer frente a su enemigo, aún así, no tuvo miedo, pues sabía que Dios estaba con él y que le sacaría de aquella situación. No cayó en la desesperación ni se derrumbó, e incluso animó al pueblo a que confiaran también en el Señor, diciendo:

“Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.  Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá” (2 Crónicas 32:7)

Esta es la confianza que debemos tener en Dios. Los problemas se levantarán y tratarán de hacernos pensar que estamos solos y que Dios nos ha abandonado. Esto fue lo que hizo Senaquerib, que trató de infundir miedo en el corazón del pueblo de Judá, diciendo:

“No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar de mi mano. Y no os haga Ezequías confiar en el Señor, diciendo: Ciertamente nos librará el Señor, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria” (2 Reyes 18:29-31).

Esto es lo que el mundo está intentando hacer: que las personas no confíen en Dios y sucumban ante el estado de pánico generalizado que se está apoderando de una gran parte de la población. Senaquerib no paró por ahí, sino que envió cartas de amenaza al rey Ezequías:

“No te engañe tu Dios en quien tú confías, para decir: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. He aquí tú has oído lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, destruyéndolas; ¿y escaparás tú?”

(Isaías 37:10-11)

Senaquerib empezó a nombrar las naciones que había destruido. Paralelamente, lo que más oímos estos días es que el COVID-19 ha matado miles de personas en Italia, los Estados Unidos, España y otros países, y que no se podrá detener. Mentira. Nuestro Dios es más poderoso.

Ante esta situación Ezequías no perdió la confianza en Dios. No se entregó al pánico pero tampoco se quedó parado. Cogió las cartas de amenaza y las llevó a la casa de Dios, donde oró:

“Señor Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. Inclina, oh Señor, tu oído, y oye; abre, oh Señor, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Es verdad, oh Señor, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. Ahora, pues, oh Señor Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Señor, eres Dios” (2 Reyes 19: 15-19).

¿Sabes qué sucedió después de esta oración humilde e inteligente de Ezequías? Que Dios mandó a Su ángel aquella misma noche y mató a todo el ejército de los asirios, 185mil soldados en total, sin intervención del ejército de Judá. Senaquerib fue aniquilado porque Ezequías confió en Dios. (2 Reyes 19:35)

Querido amigo, hay momentos como estos en que ni la sabiduría, ni el dinero o el poder pueden resolver el problema, pues vemos que personas de todos los estratos sociales están siendo afectadas. Es hora de volverse a Dios, vencer el orgullo, y entregarse a Dios para vencer esta guerra espiritual, y todas las que vengan.

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