Todo el mundo conoce el famoso duelo entre David y el gigante Goliat, pero pocos son los que entienden lo que Dios quiere mostrarnos a través de este suceso bíblico.
David era un joven adolescente, buen hijo y responsable, que cuidaba fielmente de las ovejas de su padre. David tenía varios hermanos mayores, los cuales era fuertes soldados, entrenados por el ejército de Israel para pelear en caso de guerra. Como puedes ver, David no era tenido en cuenta para «los temas importantes», sino que era, como se suele decir, «un mandado».
Pero aunque su familia lo tenía en poco, Dios le había dado Su Espíritu, porque Él ve la apariencia, sino el interior y los valores de cada uno. Esa unción fue la que hizo de David un joven fuerte, valiente e intrépido delante de las luchas, como puedes leer a continuación:
Cuando el gigante Goliat, principal soldado del ejército de los filisteos, desafió al ejército de Israel en el valle de Gat, todos tuvieron miedo, incluso los hermanos de David, «aquellos fuertes y aguerridos soldados». El joven David, que pasó por el lugar de la batalla para llevar algo de comer a sus hermanos a petición de su padre, no dudó en reaccionar con valentía y determinación cuando escuchó las palabras viles, y amenazantes de aquel gigante, a quien no dudó en desafiar:
«Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.» (1 Samuel 117:45-46).
Ahora reflexiona por un momento e imagina a David, un joven sin mucha expresión física, hablándole de este modo al que tenía oprimido y acobardado a todo el ejército de Israel, junto con su rey (Saúl). Impresionante la valentía de este muchacho, ¿verdad?
Entonces, David, cogió cinco piedras del arroyo y se fue corriendo para enfrentar al gigante. Cogió su honda y una de las piedras, y la lanzó encajándola exactamente en medio de su frente. El gigante murió en el acto.
David venció al gigante sin armadura, sin espada y sin ningún tipo de destreza militar. Lo que hizo a David vencer al gigante fue su fe verdadera y su comunión con Dios.
Quizás tú te estás enfrentando a un gigante, el cual no se llama Goliat, sino «deudas», «enfermedad», “desempleo”, “separación”, “alcohol”, “deseos de suicidio”… y crees que no tienes condiciones para vencerlo.
Si buscas a Dios, tu batalla en contra de ese problema ya no será tuya, sino del Señor, y Él te dará la victoria. No te preocupes por tus condiciones humanas. Solo tienes que creer y coger “tus piedras”, que simbolizan tu fe, y acudir este domingo al Centro de Ayuda Cristiano a las 10 de la mañana.
Será el día de la “batalla final” y ese “gigante” que enfrentas, caerá derrotado a tus pies.
“Y sabrá toda esta congregación que el Señor no salva con espada y con lanza; porque del Señor es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.” (1 Samuel 17:47).