Muchos no darían crédito a que una persona, con más de 20 años de depresión, varios intentos de suicidio y adicciones graves, cambiara por completo su vida y su diagnóstico. Luis, catalán de nacimiento y afincado en Palma de Mallorca, nos cuenta que a los 13 años ya fumaba porros y que a los 16 ya inhalaba cocaína y se inyectaba heroína.
“Mis padres trabajaban muchísimo, y debido a sus profesiones tenían que ausentarse durante muchos fines de semana. Al principio me quedaba con algún familiar pero después pasé a quedarme a cargo de mi hermano mayor, que me dejaba hacer lo que quería. Creo que lo que me llevó a meterme tan joven en las drogas fue la soledad, la falta de afecto y de atención por parte de mis padres. Cuando me di cuenta no entendía cómo había caído tan bajo”, relata Luis.
El mundo de las drogas también llevó a Luis a cometer delitos que le hacían tener problemas constantes con las autoridades, “pasé mi juventud entrando y saliendo de la comisaria y del Servicio de Atención Psiquiátrica de Cataluña.
Pasaron los años y, aunque me casé intentando ser feliz, la depresión y las adicciones siempre estuvieron ahí. Hice un curso de Formación Profesional pero mis problemas de nervios y las drogas no me permitían tener una vida laboral estable.”
Pero el momento más duro de su vida llega cuando su esposa, su único apoyo, fallece. Luis se derrumba y decide quitarse la vida colisionando su coche contra un muro de hormigón, “entré en coma y todos los médicos que me atendieron no se explican cómo pude salir con vida. Aún tengo secuelas de este intento”, recuerda.
Los problemas mentales y nerviosos de Luis le obligaban a tomar una gran cantidad de fármacos para relajarse y poder sobrellevar su día a día. “Tomaba de 15 a 20 pastillas diarias. No podía dormir sin tomarme 3 diazepan, y aún así, solo lograba dormir 20 minutos.
Luis conoció el Centro de Ayuda Cristiano por medio de un anuncio en un periódico local y decidió ir. “Cuando llegué escuché que todos los problemas tenían solución y me propuse intentarlo porque no tenía nada que perder. Entonces empecé a hacer cadenas y votos por mi liberación espiritual. Vivía a 55km del centro y a veces los 10€ que me quedaban para comer lo invertía en gasolina para poder ir a las reuniones. No fue fácil, pero a cada día que iba me encontraba mejor y sabía que merecía la pena. Fue sorprendente, después de varias semanas me quedaba dormido antes de tomar mi medicación para la ansiedad.
Sin embargo, Luis insiste en que el cambio no fue de la noche a la mañana, “mi vida cambió en unos meses, tuve que perseverar, pero años después puedo decir que el cambio ha sido total y permanente. No necesito medicación porque he superado la depresión. También he dejado todas las drogas, incluso el tabaco. No las necesito. Soy totalmente libre.
Ahora estoy realizado sentimentalmente, me volví a casar y trabajo normalmente. Conocer al Señor Jesús en el Centro de Ayuda Cristiano ha sido lo más bonito que me pudo haber pasado. Mi gratitud es infinita”, finaliza sonriente.