Peleas familiares, soledad, desempleo, rupturas sentimentales… todos atravesamos momentos complicados en nuestras vidas. Son etapas que tenemos que pasar independientemente de que creamos o no y de que acudamos a la iglesia o no. “Satanás sabe que la fe es la que nos saca adelante y, por eso, hace cualquier cosa para que abandonemos la fe. No puede lograrlo”, afirmó el obispo Paulo Roberto en el culto del pasado domingo.
Debemos diferenciar entre fe y confianza. La fe es una actitud que toma la persona en cada momento. En cambio, la confianza es la permanencia en la fe. El apóstol Pablo dijo: “No perdáis vuestra confianza, que tiene un gran galardón”. Se refería a que
aquellos que permanecen en la fe, perseveran y mantienen su confianza alcanzarán la recompensa.
Si nos apoyamos en las promesas de Dios y confiamos en que nunca nos desamparará saldremos victoriosos de cualquier adversidad pero sino nos hundiremos y fracasaremos. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en la Biblia cuando Jesús fue caminando sobre las aguas para encontrar a sus discípulos que se encontraban en una barca, en medio de una tempestad. Jesús hacia ellos, pero estaban tan asustados que pensaron que era un fantasma y comenzaron a gritar. Jesús les dijo que era Él y que no tuvieran miedo y Pedro le contestó: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!” (Mateo 14:28-30).
Vemos que cuando la persona teme y duda, se hunde y acaba fracasando. Por eso el diablo hace de todo para sembrar pensamientos negativos. Pedro al empezar a hundirse le dijo a Jesús que le salvará. Jesús extendió su mano, le agarró y le dijo
“hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
“Hay personas que llegan a la iglesia con la vida destruida y la persona manifiesta la fe en la Palabra de Dios, se libera, vence y comienza a progresar. Cuando lo logra, pasa a creer más y a tener más confianza. Por el contrario, cuando la persona no ve un
resultado o pasa por un problema difícil empieza a pensar que por qué Dios no le escuchó, surgen las dudas y no logra nada. La clave para que no suceda es meditar en la Palabra de Dios”, afirmó el obispo.
Si alimentas tu espíritu y usas la fe inteligente tarde o temprano conseguirás lo que te propongas porque Dios cumplirá sus promesas también contigo. Esto no significa que el cambio se vaya a producir de un día para otro, hay que tener paciencia y saber esperar como hicieron Abraham y José.
Dios le prometió descendencia como tanto ansiaba Abraham y le dijo que se fuera de su tierra y del lado de su familia a un lugar que Él le mostraría. Abraham sacrificó todo sin saber donde iba, solo por la fe en la promesa de Dios. Tuvo que esperar 25 años
para tener un hijo, pero el milagro sucedió. Fue un milagro no solo porque Sara era estéril sino porque ella tenía ya 90 años y Abraham 100.
El sueño de José también se realizó. A pesar de que fue vendido como esclavo nunca perdió la confianza en Dios, no dudó, se mantuvo firme, acabó conquistando su sueño y se convirtió en gobernador. No fue de un día para otro, tardó 13 años, pero lo logró.
“Tienes que ser emprendedor, no resignarte. Si una cosa sale mal, otra saldrá bien. Dios está listo para manifestarse, pero tenemos que demostrar nuestra fe. Abraham confió y se fortaleció en la fe, es lo que tienes que hacer tu”, aseveró el obispo Paulo.
Quizá te preguntes, si yo ya creo ¿qué tengo que hacer? Lo primero es bautizarte en las aguas. El bautismo es importante para sepultar tu naturaleza pecaminosa, es el símbolo de tu pacto con Dios. En segundo lugar, debes buscar con todas tus fuerzas el Espíritu Santo porque es el sello, es lo que determina que la persona pasa a ser propiedad de Dios y satanás no lo puede tocar.