Todos tenemos un sueño que queremos realizar o un problema que queremos resolver, pero nunca debemos impacientarnos ni pensar que Dios no nos quiere contestar. Muchos vienen a la iglesia, escuchan la Palabra de Dios y usan la fe por un tiempo, pero si la respuesta que tanto anhelan tarda en llegar, se desaniman y abandonan la fe. No podemos tirar la toalla. Necesitamos aprender a esperar en Dios sabiendo que Él no tarda ni falla.
El obispo Paulo Roberto habló acerca de esto durante el pasado Santo Culto usando el ejemplo de un matrimonio de la Biblia. Zacarías y Elisabeth creían en las promesas de Dios y vivían en obediencia a Su Palabra. Sin embargo, había pasado el tiempo y todavía no tenían un hijo. Este era su mayor sueño.
El obispo Paulo Roberto explicó que todos tenemos un sueño. Para algunos, su mayor sueño es tener un hijo; para otros el mayor de sus anhelos es casarse; para otra gente, su mayor sueño es prosperar; y, para otros, solucionar un problema humanamente imposible. Hay personas que empiezan a luchar y a usar la fe, pero cuando no ven un resultado en un plazo de tiempo concreto, se desaniman y acaban alejándose de Dios.
«Debemos buscar a Jesús por amor, porque creemos en Él, porque reconocemos que Él es el camino, la verdad y la vida, no porque estamos interesados en las bendiciones materiales. Debemos querer servirlo, priorizar nuestra vida espiritual, porque «¿De qué sirve al hombre ganar todo el mundo y perder su alma?» decía el obispo.
Muchos, en este estado de impaciencia, empiezan a fijarse en la vida de los incrédulos, lo cual es un grave error. Piensan que los que no sirven ni temen a Dios lo tienen todo, pero esto es solo la apariencia de las cosas. La bendición de Dios es la que enriquece.
Dios prueba nuestra fe y nuestra fidelidad en estos momentos. Cuando vienen momentos de debilidad, debemos buscar fuerzas en Dios y apegarnos a Él.
Esto fue lo que hizo esta pareja. Zacarías era sacerdote, y aunque anhelaba tener un hijo, nunca dejó de servir a Dios. Lo bonito es que, cuando procuramos servir a Dios de corazón, Él nunca nos desampara. Y si perseveramos en la fe, lograremos la bendición que queremos, como sucedió con esta pareja de avanzada edad.
Un día Zacarías fue escogido para entrar al santuario para presentar incienso e interceder por el pueblo, y cuando entró para llevar a cabo su cometido, recibió la respuesta que había estado esperando durante tanto tiempo.
Un ángel se le apareció a Zacarías diciéndole «… Zacarías no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabeth te dará un hijo, y llamarás su nombre Juan» (Lucas 1:12-13)
Dios escuchó su oración dentro del santuario, y Él obtuvo la respuesta. Valió la pena esperar, confiar y perseverar, porque Dios no dio «simplemente» un hijo a Zacarías y Elisabeth. Este hijo sería una gran bendición, al punto de que sería lleno del Espíritu Santo aún desde el vientre de su madre. El niño, Juan, fue Juan el bautista, un gran profeta que preparó el camino para Jesús.
Dios no tarda, Él hace las cosas en el momento oportuno. Dios no actúa cuando o como nosotros queremos, sino cuando y como Él quiere. Él sabe cuándo es el mejor momento para realizar nuestros sueños. Nuestro trabajo es creer y esperar sin dejar de confiar.