“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
(Filipenses 4:8)
Analiza tus pensamientos. ¿Todo lo que ocupa tu mente encaja en estos criterios? Mantén en tu mente solo lo que sea verdadero, justo, puro, bueno, etcétera. La Salvación no es fácil. Para conservarla es necesario ser conscientes de que fuimos salvos, estamos salvos y seremos salvos –si permanecemos fieles hasta el fin-. No hay cómo permanecer fiel hasta el fin sin vencer los malos pensamientos.
Cuando el Señor Jesús habla de la puerta estrecha y del camino angosto (en Mateo 7:14), muestra cuán difícil es la Salvación. Pero solamente frente a las tentaciones, a los desiertos y a los desafíos podemos entender el peso de Sus palabras.
Uno de los secretos para mantener la Salvación es la oración en espíritu. Eso debe ser hecho inmediatamente después de que surjan los malos pensamientos. Instantáneamente, sin palabras, en la mente, y con toda la fuerza, tienen que ser expulsados, usando el nombre de Jesús.
Si no los resistimos de inmediato, ganan fuerza, amenazan la buena conciencia y, consecuentemente, la Salvación. Por eso, la reacción, por medio de una breve oración mental, tiene que ser inmediata. Los pensamientos son inevitables. Los positivos deben ser recibidos y alimentados. Los malos deben ser desterrados, aunque tengan la apariencia de buenos y parezcan tener sentido. No podemos impedirles venir, pero tenemos el poder y la autoridad para reprenderlos.
A partir de hoy, vigila tus pensamientos. Mantén en tu mente solo lo que es bueno, puro, respetable y verdadero.