¿Vives criticando a los demás?

Muchas mujeres viven observando con ojos críticos el comportamiento de las personas de su entorno. La mayoría de veces, eso las lleva a juzgar aquello con lo que no están de acuerdo. Esta es una actitud típica de las personas que se preocupan más por la vida de los demás que por la suya. Al hacer esto desconsideran su propia alma y se olvidan de sus defectos.

Este tipo de situación está ilustrada en Mateo 12:5-8: Los fariseos preguntaron a Jesús por qué sus discípulos hacían lo que no era lícito en un sábado, de acuerdo con la creencia judía, a lo que Jesús respondió: “¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa? Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí. Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.”

A respecto de esto, la esposa del obispo comentó recientemente: “Los fariseos estaban criticando a los discípulos por comer espigas de maíz un sábado, ya que en ese día no se debía hacer nada, y los miraron con ojos críticos. Dios es dueño de Su obra y Jesús no los reprendió, entonces, ¿por qué los fariseos vigilaban lo que ellos hacían?”, preguntó.

Según ella, la respuesta es que los fariseos se sentían bien cuando “señalaban con el dedo” a sus discípulos. “Y eso es lo que muchas mujeres hacen. Les gusta observar a las personas que les rodean buscando algún defecto en ellas para condenarlas injustamente, pero no es eso lo que la Biblia enseña”, añadió.

Ella también habló del ejemplo de Jesús: Él daba consejos cuando las personas recurrían a Él, no las criticaba. “No vemos esa actitud por parte de Jesús aún siendo Él perfecto. Él no criticaba, sino que enseñaba. Los que observan los errores de los demás camuflan los suyos propios. Entonces, tenga cuidado cómo actúa ante los errores de los demás para no ponerse en la posición de juez”.

También alertó de la importancia de observar los propios errores y de invertir en la vida espiritual. “Deja de mirar para los demás. Al hacer eso te autoexcluyes de recibir la Salvación porque no estás cuidando de tu propia alma”, concluyó.

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